El Pibe en pulso

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INDOMABLES Y OLVIDADOS





Las noches de box para la infaltable reunión de los amigos, eran las de los sábados. Tras los juegos de futbol profesional, era obligado seguir frente al televisor, para presenciar con emoción, las peleas que eran ofrecidas desde el antiguo Distrito Federal, allá por la sexta y séptima décadas del siglo anterior.





Con Alejandro Zamora, vendedor de Alvarado Electricidad y Mercado de Discos individuo de carácter afable, servicial, atento, nos reuníamos Javier Olivares Cardona “El Compadrito”, encargado de la recepción en el Motel Tuna, Félix Villanueva, diligente empleado de la Ferretera del Centro, y vuestro servidor, en su casa de Fuero y 5 de Mayo, para ver las funciones en donde los contendientes se enchuecaban la nariz a base de golpes, cabezazos y hasta codazos en muchas ocasiones.





Pero ¿quiénes eran los boxeadores de aquellas fechas ya tan lejanas? Recuerdo desde luego, a José Medel “El Huitlacoche”, Vicente “El Zurdo” Saldívar, Ultiminio Ramos, Alfredo “Canelo” Urbina, “El Lacandón” Romeo Anaya, Octavio “Famoso” Gómez, al gran “Púas” Rubén Olivares, Ricardo





“Pajarito” Moreno, al Battling Torres, en fin, a muchos grandes púgiles que dejaron hasta la última gota de sudor y de su esfuerzo personal para tratar de salir con el brazo en alto tras la dura batalla en el cuadrilátero.





Pero dos que no nombré en el párrafo anterior, nos sorprendieron con su entrega, con su combatividad, con su inquebrantable deseo de triunfar sobre sus duros adversarios.





Uno fue David “Macetón” Cabrera, un peleador callejero quien a pesar de la rigidez de su pierna derecha, producto de un accidente de motocicleta, siempre fue para adelante en busca de sus rivales. Aunque poco sabía del boxeo estilista, técnico, vistoso pues, su osadía era inquebrantable. Nunca se echó para atrás, pues no podía hacerlo, aunque hubiera querido, porque su pierna lisiada no se le permitía.





Nos emocionábamos con su boxeo vertical, brutal a veces, porque tenía una fuerza tremenda y pegaba como si en sus puños estuvieran forrados de metal. “El Macetón” dijo en alguna ocasión que el oponente más temible que tuvo fue Manuel Fierro, un verdadero boxeador, sabio en su desplazamiento en el ring, como atinado tirador de golpes.





Con él disputó el Campeonato de la División de los semicompletos, un pleito en el cual estaba siendo apabullado. Reconoce que “me estaba dando en serio con puro boxeo, pero yo a lo mío, para adelante. Un golpe que le asesté por mera chiripa, lo prendió y cayó noqueado a la lona”.





Así se coronaba campeón en la difícil división en la cual se desenvolvía. ¿Su pierna de palo, como los legendarios piratas? No fue ningún obstáculo para bailar de gusto.





Este singular púgil tuvo su esplendor allá por los finales de los 60 y en la década siguiente. Hoy ha rebasado el séptimo piso de su edificio vital y recuerda con nostalgia su vida en el boxeo de paga. Debutó cuando ya tenía más de 30 años de edad y su carrera fue realmente corta.





Curiosamente, David se mantuvo al margen de las parrandas como muchos boxeadores abrazaron en el esplendor de su carrera. Fue un hombre hogareño y cuidó de su esposa y de sus hijos.





Otro de los olvidados es Rogelio “Fortachón” Huitrón, uno de los boxeadores más explosivos. Noqueaba o lo noqueaban, pues para él no había de otra. En doce peleas en las que sumó 77 rounds, supo noquear a 8 rivales, pero también sufrió 4 derrotas por la vía del cloroformo y ninguno de sus combates terminó en empate.





“El Fortachón” tenía un boxeo destructoramente agresivo que rayaba en el suicidio pues no daba ni pedía cuartel. Su pegada, terrible. Su carrera pugilística, corta. Pero allí quedaba su incursión en el boxeo, como una muestra de su poderío de guerrero poderoso e implacable.





Él era originario de Sahuayo, Michoacán y de allí se proyectó a insospechados planos en el deporte de las narices chuecas y las orejas de coliflor. Sus vencedores fueron Elías Vargas, Luis Ramírez, Hermelindo Castañón y Enrique Chaparro Reyes.





Tiempos de tremendo boxeo, tiempo de reunión de amigos sabatinos, tiempo de cervezas y de exquisita botana en casa del buen Alex (QEPD).
Así las cosas, hasta el martes próximo, DM.