El viernes por la noche, 65 mil personas pusieron su vida en las manos de una banda de rock and roll. En recompensa, Oasis les entregó dos horas de himnos que resultaron tan cercanos, épicos y sinceros, más ahora que hace dos o tres décadas.
Liam y Noel Gallagher han vuelto juntos a México y toda la espera cobró sentido. Hasta Tláloc pausó la lluvia. En cada ciudad que pisan, más que un concierto, se vive un acontecimiento cultural.
Había que comprobar si el plan maestro de mercadotecnia que ha rodeado su majestuosa gira de reunión (boxsets, tiendas de ropa, fragmentos de estos nuevos conciertos y hasta autos conmemorativos) tenía reflejo en su puesta en escena y no hubo margen de duda: defendieron su setlist con descaro, potencia y elegancia.
México es el séptimo país al que llega el ansiado tour Oasis Live ‘25 y la de esta noche fue su primera escala en Latinoamérica (este sábado cumplirán con su segunda cita en el Estadio GNP Seguros). Parkas, bucket hats y tenis listos para testificar cómo el odio fraterno ahora es sólida complicidad. Murió el rencor y sobrevivió la música.
El espectacular paso de los hermanos Gallagher por el Estadio GNP Seguros, tras una apertura de lujo de Cage The Elephant, ocurre prácticamente a 17 años de su último concierto en la Ciudad de México, con un montaje tan esplendoroso como el de sus shows en Gales e Inglaterra.
El combo lo completa un cuarteto impecable: el guitarrista Paul “Bonehead” Arthurs, el guitarrista Gem Archer, el bajista Andy Bell (cómplices en otras etapas de la banda y en sus proyectos solistas) y el baterista Joey Waronker.
“Es bueno estar de regreso”, dijeron en “Hello”, con la que abrieron la noche. Después gritaron: “¡No sé lo que me hace sentir vivo!” y antes de cantar “Acquiesce”, ese glorificado lado B que habla de la amistad en la incertidumbre, Liam gritó: “¡Viva México!”.