El envejecimiento forma parte de la vida de todas las personas y es el resultado de la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo, afirma la experta en geriatría y gerontología Mercedes Jones. Estos daños llevan a una disminución gradual de las capacidades físicas y mentales.
Los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos hacen referencia a cambios que se producen durante el envejecimiento en los huesos, músculos y articulaciones. Estos cambios, afirman sus expertos, afectan la postura y la marcha y llevan a la debilidad y lentitud en los movimientos.
En base a todo lo señalado, es entendible que cuando el envejecimiento avanza ciertas acciones se convierten en más riesgosas de hacer. Esto se debe a que las personas ya no cuentan con las mismas capacidades cognitivas, físicas y de reacción que antes. Al respecto, las incógnitas sobre los riesgos de conducir a cierta edad se multiplican.
Desde la fundación Luchemos por la Vida (Argentina) destacan que muchas personas, conscientes de sus limitaciones físicas, reducen o deciden dejar la conducción a determinada edad, pero en los casos de aquellos que están visiblemente disminuidos en sus capacidades mentales y físicas, resulta importante que su entorno más cercano los ayude a tomar la decisión para la protección de ellos mismos y de los demás.
Al respecto, desde la Universidad de Harvard realizaron un estudio en el que hacen referencia a los cambios que produce el envejecimiento en las personas y que impactan a la hora de conducir un automóvil. Lo primero que señalan es que a partir de los 65 años de edad se incrementa el riesgo de sufrir accidentes automovilísticos debido a problemas como movilidad reducida, disminución de la visión y lentitud en los reflejos, entre otros.
A continuación la Universidad de Harvard da a conocer las señales que indican que ya es riesgoso seguir conduciendo:
- Preocupación de familiares y amigos: cuando su círculo de confianza le expresa constantemente inquietudes por su manejo.
- Accidentes frecuentes: pequeños rayones o impactos son una señal de alerta.
- Cambios en el estilo de conducción: dificultad para estacionar o conducir demasiado lento o demasiado rápido debe ser señal de alerta.
- Desorientación: en este punto se destacan situaciones como perderse en calles conocidas o confundir los pedales del automóvil.
- Incumplimiento de las normas de tránsito: resulta peligroso ignorar las señales de tráfico o conducir a velocidades inadecuadas.
- Casi accidentes: si realiza maniobras evasivas con frecuencia o frena bruscamente en reiteradas oportunidades debe replantearse si es seguro seguir conduciendo.