Ciudad de México. - El actor puertorriqueño Benicio del Toro le debe una buena parte de su reputación mundial a Steven Soderbergh, el destacado cineasta estadounidense que le dio roles protagónicos en dos cintas esenciales de su carrera: “Traffic”, que lo encontró interpretando a un policía mexicano enfrentado al mundo del narcotráfico, y “Che”, una monumental recreación histórica en la que le dio vida al legendario guerrillero argentino Ernesto Guevara.
Ahora, Del Toro regresa al universo Soderbergh como parte del elenco de “No Sudden Move”, un filme de intriga criminal -ya disponible en HBO Max- que lo muestra en un rol muy distinto a los dos anteriores, porque se trata de Ronald Russo, un ladrón de poca monta que acepta un trabajo sucio -pero aparentemente sencillo- que, obviamente, se sale completamente de control y desata una serie de sucesos desafortunados.
“Las dos cosas que me motivaron principalmente en este trabajo fueron trabajar de nuevo con Steven y poder hacer algo así durante la pandemia”, nos dijo el actor latino, aludiendo al periodo de realización de la cinta, desarrollado entre septiembre y noviembre del 2020. “Pero también estar al lado de (el protagonista) Don Cheadle, a quien conozco desde hace mucho y con quien había querido compartir la pantalla por varios años. Y todo eso fue antes de leer el libreto”.
“Al leerlo, me di cuenta de que (este) contaba una historia muy interesante, sobre todo con unos detalles muy reveladores sobre la industria automovilística de Estados Unidos”, detalló nuestro interlocutor, que aparece aquí inmerso en un relato de época (emplazado en 1955) que toma lugar en la ciudad de Detroit, donde también se filmó la cinta. “La película tiene momentos históricos verdaderos que siguen siendo relevantes”.
Del Toro reconoció que tuvo que emplear un registro muy particular. “La idea era mantenerlo en medio, sin saber si es bueno o malo, tratando de descubrir si es un personaje que puede aprender algo de todo lo que le está pasando”, comentó. “Había que darle profundidad pese a que no sabemos bien a dónde va en medio de este mundo de criminales en el que se ha metido”.
Esa misma ambigüedad fue un reto novedoso para un actor que se ha puesto normalmente en la piel de personajes mucho más decididos y firmes. “Claro, y aunque Russo tiene una pistola, nunca llega a dispararla”, detalló. “Es mucho ladrido, pero poca mordida”.
Para enfrentarse al papel, habló con Soderbergh. “No le dimos mucha vuelta; hablamos de la historia que se iba a contar y del personaje, para estar seguros de que los dos estábamos en la misma página”, recordó.
“El racismo era muy claro, y era una época en la que esa Detroit era la capital del automóvil, porque ahí se hacía la mayoría de los carros norteamericanos”, especificó el actor. “Para desarrollar su negocio, esas empresas sacaban a la gente pobre de los lugares donde vivían y ponían ahí una carretera. Existía una explotación del hombre por el hombre que todavía perdura, pero que en esa época era mucho más descarada”.