CIUDAD DE MÉXICO, mayo 8 (EL UNIVERSAL).- Cuando llegan los hijos, se descubre que es un proceso de aprendizaje continuo, pues cada etapa tiene sus desafíos y cuando parece que ya se tiene todo "bajo control" surge algo nuevo.
Tampoco es una tarea fácil, "requiere de mucha paciencia, sobre todo, si queremos hacer las cosas diferentes", como señala Unicef en su "Guía para la crianza de niñas, niños y adolescentes desde el amor y el buen trato".
Si la meta es ejercer una maternidad consciente y positiva, es necesario cultivar relaciones que estén basadas en el amor, el respeto y la comprensión. ¿Cómo? Estas 10 pautas te darán una orientación.
1. Trabaja en tus heridas. En la infancia, consciente o inconscientemente, recibimos una o varias heridas emocionales, señala el psicoterapeuta Roberto Rocha en "Sanando las heridas de la infancia". Esto impacta en cómo nos relacionamos y nuestros mecanismos de defensa.
2. Priorízate. Ser mamá es vivir bajo presión y esto suele traducirse en descuidar el bienestar. "No puedes cuidar de tus hijos adecuadamente si no te cuidas a ti misma", indica la psicóloga Tania Trueba. Date tiempo para ti, para actividades de autocuidado físico, mental y emocional, como leer o ir por un café con una amiga, hacer ejercicio o tomar algún curso.
3. Promueve hábitos saludables. Las rutinas proporcionan a los hijos un "sentido de orden y previsibilidad, el cual es esencial para el crecimiento cognitivo, emocional y social. A través de rutinas consistentes, los niños aprenden habilidades valiosas como la organización, priorización y resolución de problemas", de acuerdo con la psicóloga infantil Miriam Vega.
4. Aprende sobre las etapas. Los expertos tienen parámetros claros del desarrollo físico y mental desde el nacimiento, y conocerlos es una gran herramienta para darnos perspectiva y más paciencia al momento de abordar distintas situaciones. También es un factor clave para fortalecer el vínculo entre padres e hijos.
5. Valida sus emociones. Hazle sentir al otro que no está mal sentir. No le digas: "no te enojes", "no llores", pues le transmites que "sentir está mal y le quitamos la oportunidad de que aprenda a identificar qué es lo que está sintiendo en el momento. Permitirle expresar sus sentimientos sin juicio le ayuda a desarrollar una sana autoestima y le enseña a manejar sus emociones de manera constructiva.
6. Evita las comparaciones. Reconoce y acepta que cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo y sus propias habilidades. Evita comparar a tu hijo con otros o hacerle exigencias poco realistas, ya que esto puede generar presión innecesaria y ansiedad. Permítele cometer errores, explorar sin temor, fomentando así su resiliencia y autoaceptación. Celebra sus triunfos y recuérdale que tu amor no está condicionado a sus logros.
7. Sé coherente en tus acciones. Los niños aprenden observando nuestras acciones más que nuestras palabras, por lo que es importante que nuestros comportamientos reflejen los valores que deseamos transmitir: si no se quiere que los hijos levanten la voz, no puedes hablar a gritos y malas palabras, o esperar que nos cuenten todo con confianza, si como padres no nos comunicamos con ellos.
8. Fomenta la autonomía. Permite que los pequeños tomen decisiones y asuman responsabilidades de acuerdo con su edad y capacidad, lo que promueve su autoestima y confianza en sí mismos, ya que la autonomía les brinda la oportunidad de aprender y crecer a su propio ritmo, fortaleciendo su capacidad de enfrentar los desafíos que se presentan en la vida.
9. Acepta la imperfección. Toda madre quiere hacer lo mejor posible y evitar equivocarse, muchas veces queriendo controlar cada detalle, pero hay que reconocer que la perfección es inalcanzable. Esto da la oportunidad de cultivar una atmósfera de aceptación y amor incondicional en el hogar, pues podemos enfocarnos en crecer juntos y dar a los niños un sentido de seguridad y pertenencia que perdurará a lo largo de sus vidas.
10. Cultiva la gratitud. Un estudio publicado en el Journal of School Psychology concluyó que los niños agradecidos tienden a ser más felices, más optimistas, tienen un mejor apoyo social y se encuentran más satisfechos en la escuela, con su familia, amigos y consigo mismos.