Siempre que destacamos temas relacionados con la salud, surge de inmediato la analogía con una alimentación adecuada. Es inevitable tener un organismo saludable si no le suministramos vitaminas, minerales, proteínas, fibra y demás nutrientes a través de los alimentos.
Dentro de las recomendaciones médicas para el cuidado de la salud, la hidratación ocupa un lugar importante y quién podría pensar que beber agua puede traer consecuencias negativas para nuestro cuerpo. En este punto nos detendremos hoy, ya que ingerirla en exceso puede ser perjudicial.
Tomar agua y salud
"El agua es esencial para una buena salud", remarca un informe del Instituto Mayo Clinic. En cuanto a la cantidad, sus expertos afirman que no hay una fórmula única para todos y que las necesidades individuales de agua dependen de muchos factores, incluida la salud, qué tan activos somos y dónde vivimos.
En este marco, desde las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos especificaron que la ingesta diaria adecuada de líquidos para los hombres es de aproximadamente 3,7 litros, y para las mujeres 2,7 litros. Esto teniendo en cuenta no solo el agua, sino también otras bebidas y la que se obtiene a través de la alimentación.
Más allá de que el agua es muy importante para el cuidado de la salud, los expertos no recomiendan un consumo excesivo porque puede derivar en una hiperhidratación o intoxicación por agua. Desde la Universidad de Hartford ponen el alerta al respecto y señalan que muchas veces es innecesario el consumo de grandes cantidades de agua, por lo que se trataría de un mal hábito dentro de nuestra rutina de alimentación diaria.
El perjuicio que beber agua en exceso puede ocasionar se denomina hiponatremia, que la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos describe como una afección en la que el nivel de sodio en la sangre es inferior al normal. Entonces, al beber demasiada agua, los niveles de sodio se diluyen al igual que otros electrolitos que son vitales en nuestra sangre.
Los síntomas comunes de la hiponatremia incluyen confusión, irritabilidad, inquietud, convulsiones, fatiga, dolor de cabeza, pérdida de apetito, debilidad muscular, espasmos o calambres y vómitos. En cualquiera de los casos, la recomendación es la consulta inmediata con el médico de cabecera.