Para muchas parejas, el deseo de ser padres es un sueño que desean ver cumplido. Ya sea por formar una familia, transmitir valores y tradiciones, o experimentar la profunda conexión que viene con la paternidad, este deseo es profundamente humano y universal. No obstante, cuando las parejas enfrentan dificultades para concebir, el viaje puede volverse complicado y emocionalmente desafiante. Este camino a menudo está plagado de información errónea y mitos que pueden generar ansiedad y malentendidos.
A continuación, exploraremos algunos de estos mitos de concepción y fertilidad que se llevaron a cabo en el acto del Día Mundial de la Fertilidad organizado por HM Fertility Center en Madrid, donde un público formado por periodistas, médicos y público general escuchó a la doctora Ana Gaitero, directora médica del centro.
Mitos comunes sobre la fertilidad
Mito 1: Desmentidos por la Ciencia
La primera idea errónea que abordó la doctora Gaitero fue la creencia de que es posible determinar la fertilidad de una persona con una simple prueba. "La fertilidad es cosa de dos y sólo podemos saber a ciencia cierta que una pareja es fértil cuando ya ha tenido hijos. A veces las pruebas indican infertilidad, como trompas obstruidas o disminución de espermatozoides móviles, pero eso solo nos muestra que para conseguir tener hijos se necesitará ayuda externa, nunca que no se va a poder llegar al embarazo deseado", explicó.
Mito 2: Las posiciones sexuales afectan las probabilidades de concepción
Existen numerosos mitos sobre que ciertas posiciones sexuales pueden aumentar las posibilidades de concebir. Sin embargo, no hay evidencia científica que respalde esta afirmación. La concepción es un proceso complejo que no depende de la posición sexual, sino de factores como la calidad del esperma y el óvulo, así como el momento del ciclo menstrual de la mujer. "No hay posturas que hayan demostrado aumentar tasas de embarazo. Como tampoco las aumenta tomar determinados alimentos después de las relaciones sexuales, como patatas fritas o piña", afirmó Gaitero.
Además, aclaró que la fertilidad no mejora en determinados meses del año ni por viajar a lugares específicos. Aunque la ansiedad extrema puede ocasionar alteraciones hormonales y anovulación, la idea de que la falta de relajación es culpable de no concebir solo añade estrés y frustración, que son lo último que se necesita en estos casos.
Mito 3: La fertilidad es un problema principalmente masculino
Contrario a lo que se cree, la "culpa" de no conseguir un embarazo no es de los espermatozoides vagos de la pareja. "Todos los hombres tienen espermatozoides vagos, aunque algunos los tengan en mayor proporción que otros", explicó la doctora Gaitero. Asimismo, desmintió la idea de que tumbarse después de un tratamiento de fertilidad asistida aumenta las posibilidades de concepción. "El cuerpo tiene sus mecanismos. El útero, por ejemplo, sufre contracciones que ayudan a los espermatozoides en su ascenso, no hay que estar tumbada para concebir", añadió.
Mito 4: Utilidad de la hormona Antimulleriana
Una creencia muy extendida actualmente es que la hormona antimulleriana (AMH) es un indicador definitivo de fertilidad. Sin embargo, esta hormona solo es un indicador cuantitativo de la reserva ovárica y no garantiza la fertilidad. "La hormona antimulleriana nos informa de cómo está la reserva ovárica y nos ayuda a planear el futuro. Cada mes, las mujeres maduramos un óvulo y desechamos otros tantos. La hormona antimulleriana no nos informa de cómo está funcionando ese óvulo o dónde está el obstáculo que impide el embarazo", explicó Gaitero.
El deseo de ser padres es una experiencia profundamente personal y emotiva. Desafortunadamente, los mitos y la desinformación sobre la fertilidad pueden agregar estrés innecesario a las parejas que buscan concebir. Al comprender los hechos y mantener una comunicación abierta con profesionales de la salud, las parejas pueden navegar mejor este viaje y tomar decisiones informadas. Gracias a la doctora Ana Gaitero y su equipo, se arrojó luz sobre muchas creencias comunes pero falsas, ofreciendo a las parejas una comprensión más clara y científica de su camino hacia la paternidad.