Las estrellas pueden verse titilar en el cielo porque la atmósfera curva su luz cuando viaja a la Tierra. Pero existe otro tipo de centelleo, que procede de su interior y que es imperceptible para los telescopios terrestres, aunque ahora un equipo de expertos lo han simulado por ordenador.
Un estudio que publica Nature Astronogy firmado por científicos del Instituto Flatiron y la Universidad Northwestern (EE.UU) recoge esas simulaciones que muestran cómo la agitación en las profundidades de una estrella puede hacer que su luz parpadee.
De momento sólo existen estas simulaciones, pero con la mejora de los telescopios "podremos ver la firma del núcleo" de las estrellas, que será "una forma de sondear sus regiones más internas", destacó Matteo Cantiello, uno de los autores del estudio del Instituto Flatiron de Nueva York.
Los movimientos en los núcleos de las estrellas lanzan ondas como las del océano y cuando llegan a la superficie, la hacen titilar. El equipo desarrolló modelos informáticos que permiten determinar cuánto debería titilar una estrella como resultado de estas olas.
Usando las nuevas simulaciones, los investigadores determinaron, por primera vez, cuánto deberían brillar las estrellas de forma innata.
Una mejor comprensión del interior de las estrellas ayudará a los astrónomos a aprender cómo se forman y evolucionan, cómo se ensamblan las galaxias y cómo se crean los elementos pesados, como el oxígeno que respiramos, dijo el autor principal del estudio, Evan Anders, de la Universidad Northwestern.
El equipo también convirtió estas ondas de gas en ondas de sonido, lo que permitió escuchar cómo deberían sonar el interior de las estrellas y el "parpadeo".
Las nuevas simulaciones también amplían un misterio estelar. Los astrónomos han observado constantemente un parpadeo inexplicable -o "ruido rojo"- que provoca fluctuaciones en el brillo de las estrellas calientes y masivas.
Una propuesta era que la convección en los núcleos de las estrellas causaba este parpadeo, pero las nuevas simulaciones muestran que el parpadeo inducido por la convección del núcleo es demasiado débil para corresponderse con el ruido rojo observado.
Este fenómeno podría seguir siendo responsable del ruido rojo, pero probablemente estaría mucho más cerca de la superficie de la estrella y, por tanto, sería menos reveladora de lo que ocurre en su interior profundo.
Los investigadores están mejorando sus simulaciones para tener en cuenta otros efectos, como el giro rápido de una estrella alrededor de su eje, una característica común de las estrellas más masivas que nuestro Sol.