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Confundes epidídimo con epicentro,
Epimeteo, epígrafe y epitafio,
también con avestruz y corolario:
conspicuo dios de la gramática.
En realidad, confundes todo en el
momento de contar historias, por
ejemplo, la de un kiwi que anida en
la parte superior de la espadaña.
Eres un investigador minucioso
que busca las escaras en el envés
de la palabra y la glándula pineal
de cada sílaba.