La Corona de Adviento es una tradición cristiana que marca el inicio del periodo de preparación y espera antes de la Navidad, un tiempo de reflexión y oración para los fieles.
Este símbolo, que se coloca en los hogares y en las iglesias durante las cuatro semanas previas al 25 de diciembre, tiene un significado profundo que va más allá de la simple decoración navideña.
A través de la Corona de Adviento, los cristianos se preparan para recibir a Jesús, reflexionando sobre temas fundamentales como la esperanza, la paz, el amor y la alegría, que se asocian con cada una de las velas que componen este elemento.
La corona suele estar elaborada con ramas de pino o abeto, materiales que simbolizan la eternidad de Dios. Su forma circular, sin principio ni fin, representa la naturaleza infinita de la vida y el amor divino, recordando que Dios es eterno y que su amor no tiene límites.
Las velas, que se colocan sobre la corona, tienen un papel central en esta tradición. Se encienden progresivamente, una por cada domingo de Adviento, y cada vela tiene un significado específico. Este acto de encender las velas representa el paso del tiempo y la preparación espiritual para la llegada de Cristo.
¿Qué color de vela se enciende este 22 de diciembre?
Este domingo 22 de diciembre marca el cuarto domingo de Adviento, y en este día se enciende la última vela de la corona.
Esta vela, que habitualmente es de color morado, recibe el nombre de "Vela del Ángel" en muchas tradiciones. Su luz simboliza la cercanía de la Navidad, el momento en que se conmemora la venida de la luz al mundo en la figura de Jesús, el Salvador prometido.
La vela del Ángel refleja la esperanza de la humanidad, que espera con ansias el cumplimiento de la promesa divina de salvación. A través de esta vela, los cristianos se preparan espiritualmente para recibir a Cristo, reflexionando sobre su mensaje de paz, amor y reconciliación.
Es importante destacar que, aunque el color de las velas puede variar según las costumbres litúrgicas de cada región, la tradición general establece que la última vela debe ser morada o blanca. El color morado simboliza la penitencia y la preparación espiritual, mientras que el blanco representa la pureza y la luz.
Este último color se asocia estrechamente con el nacimiento de Cristo, quien es considerado por los cristianos como la luz que viene al mundo para disipar las tinieblas del pecado y la muerte.