El Xantolo, la “fiesta de las ánimas” rige un ciclo anual en la Huasteca Potosina, en un encuentro entre vivos y muertos, ritual donde el cuerpo se vuelve un vehículo de memoria. En ese ruido de pasos, risas y trío, las mujeres de la comparsa Las Troncas de la Hidalgo, en Ciudad Valles, afinan un gesto que es público e íntimo a la vez, preparan los cuerpos para encarnar personajes de la tradición y, con ello, reclaman un espacio que históricamente fue masculino.
“Tuvimos un ensayo general en la plaza municipal y de verdad todas estábamos muy eufóricas muy alegres, muy gritonas, muy unidas, risa y risa, más que una comparsa la verdad nos hemos convertido en una familia” describe en entrevista Nadia De la Cruz, integrante de Las Troncas.
“FIESTA DE LAS ÁNIMAS”
El Xantolo es la forma regional del Día de los Muertos en la Huasteca, celebrada entre el 30 de octubre al 2 de noviembre, mezcla ofrendas, música, altares y danzas que articulan la relación entre vivos y muertos. En la Huasteca los rituales incluyen las llamadas danzas de huehues, cuadrillas de personajes enmascarados que reúnen a la Muerte, el Diablito, la pareja de viejitos, la embarazada, el caporal, entre otros. Recorren casas, plazas y panteones para danzar y acompañar a las ánimas. Estas prácticas son una forma de memoria viva y de transmisión intergeneracional.
En teenek y en la noción local, el Xantolo aparece no solo como ceremonia sino como institución social: es una “fiesta de las ánimas” que ordena la vida comunitaria en torno a los difuntos y que se prepara durante meses; las comparsas son, a la vez, híbridos entre grupo artístico, linaje ritual y club vecinal.
COMPARSA FEMENIL
La comparsa femenil Las Troncas de La Hidalgo surgió por iniciativa de Guillermo Garay y de mujeres que decidieron entrar a la danza. En su primer año fueron menos de cuarenta; hoy rondan las 64 integrantes. El grupo tomó su nombre de un son que les valió el primer lugar en el concurso de la presentación municipal de 2024.
La historia de Las Troncas también pone sobre la mesa una disputa concreta, la distribución de premios y la desigualdad institucional, Nadia relata que el Ayuntamiento de Ciudad Valles lanzó la convocatoria del Concurso Local de Comparsa de Huehues 2025, donde los primeros lugares en la categoría mixta y femenil serían premiados con 8 mil pesos, mientras que 30 mil al primer lugar varonil: “Se me hizo una desigualdad muy muy marcada que 8 mil pesos la femenil, la mixta y 30 mil pesos la varónil” afirmó De la Cruz.
Su argumento es directo: todas las comparsas invierten en máscaras, vestuario y música; esa inversión material no distingue géneros. “Nos pareció demasiado injusto… porque todos los que pertenecemos a una comparsa invertimos de la misma manera en máscaras, en vestuarios, en zapatos, en el trío…”. La movilización en redes y la presión colectiva condujeron a cambios en los montos, acordando 30 mil pesos para todas las categorías.
ORDEN SIMBÓLICO
Parte de la tensión que enfrenta la comparsa femenil es de orden simbólico: el zapateo “fuerte” se lee como masculino y la expresión delicada como femenina. Nadia lo describe con crudeza cotidiana, “Esperan un baile más sencillo, pero al momento de presentarnos nos dicen que nosotras bailamos como hombres”.
Esa lectura permite un análisis, el género aquí se construye performativamente, el cuerpo que zapatea fuerte, que hace resonar la tarima, es interpretado como masculino; cuando mujeres ejecutan esa fuerza, producen sorpresa o rechazo. Las Troncas invierten esa expectativa: al asumir la fuerza, despliegan agencia corporal y resignifican quién puede “representar” la tradición, ejecutando no en mera estética sino como acto de resistencia cultural ante el estereotipo.
“BAJADA DE MÁSCARAS”,
UN ACTO DE PURIFICACIÓN
La preparación no es solo técnica; es rito. Nadia describe la “bajada de máscaras” como un acto de purificación y entrega: “La bajada de máscara es cuando nosotras nos purificamos y permitimos que alguien utilice nuestro cuerpo… es la creencia verdad, que alguien utilice nuestro cuerpo para permitirles bailar…”
La máscara en la Huasteca no es utilería, es vehículo de presencia. Quien baila no solo actúa, hospeda. La experiencia de Nadia se basa en pensar que el difunto “está ahí contigo” durante la tarima, es la forma en que la memoria y el rito se anudan con la corporalidad performada.
IDENTIDAD PERSONAL
En Las Troncas la elección del personaje tiene vínculo con la identidad personal: “Nosotras escogemos nuestro personaje de acuerdo a nuestra personalidad… si yo soy una persona muy seria no voy a escoger un personaje de payaso”, la máscara es un vehículo que permite expresar facetas personales bajo el ritual.
La comparsa se ha presentado en Michoacán, estado en el que no es tradicional Xantolo, la presentación fue bien recibida, según Nadia: “Fue una experiencia súper hermosa… la gente nos pedía fotos, nos aplaudía”. Esa recepción externa confirma que la comparsa femenil circula y comunica la cultura huasteca en contextos más amplios.
MUJERES EN LAS DANZAS DE HUEHES
Para Nadia, la comparsa sí ha transformado la percepción de la participación de las mujeres en las danzas de huehes “Yo de verdad pienso que sí hemos demostrado demasiado que las mujeres somos parte vital de esta fiesta” agrega que “Podemos preservar la cultura para las nuevas generaciones porque somos las nuevas generaciones y nos vamos adaptando a los tiempos actuales sin perder el respeto por nuestras raíces”.
La presencia de Las Troncas de la Hidalgo apela en la tradición y la renueva. Cuando las mujeres pisan la tarima, no sólo hacen un espectáculo: actualizan una memoria, reabren la pregunta de quiénes pueden representar la comunidad, cómo la tradición se reproduce y transforma en la práctica.