El Picasso maduro más íntimo y sorprendente

Bajo la lente de dos fotógrafos

Roma.-  El Picasso más íntimo, familiar, sorprendente y en muchos casos desconocido, pero también el artista y el creador. Así lo captaron dos fotógrafos y amigos del genio malagueño, Edward Quinn y André Villers, en la última etapa de su vida.

La exposición “Picasso y la fotografía. Los años de la madurez. Fotos de entre 1951-1973”, que se inauguró en Roma, es un recorrido inédito por la vida de Picasso (1881-1973) como hombre y como artista.

“Es una muestra que rompe un poco los esquemas de este gran genio del arte de siglo XX. Es un Picasso familiar, un hombre lleno de bondad, muy atento, por ejemplo enseñando a dibujar a sus pequeños hijos”, dice a Efe Juan Abelló, uno de los comisarios de la muestra, que podrá verse en el Palacio Merulana hasta el 26 de agosto.

MUESTRA

La exposición está integrada por unas 90 fotografías de Villers y Quinn -propiedad del fondo del coleccionista luxemburgués Guy Ludovissy, administrado por el Reial Cercle Artístic de Barcelona- quienes gracias a la confianza que tenían con el pintor pudieron captar instantes de su vida cotidiana día a día.

En ellas, el artista aparece en distintos momentos familiares, con sus hijos, sobre todo Paloma y Claude, y Maya antes de casarse, pero también con su cabra “Esmeralda” y su perro “Perro”.

Es un Picasso “amoroso” con estos hijos pequeños “que parecen nietos por la gran diferencia de edad con sus dos últimas mujeres, Francoise Gillot y Jacqueline Roque” y también con las dos mascotas, señala Abelló.

“El hilo conductor es este Picasso intimo, desconocido para el gran público. Los últimos años de su vida, que vivió en la Costa Azul, supo aprovechar el valor de la imagen y de los mass media que empezaban a conocerse y a reconocerse”, añade.

Allí conoció el genio al irlandés Quinn y al francés Villers, quienes se convirtieron en amigos, colaboradores y confidentes de Picasso, algo que lograron poquísimas personas a lo largo de toda su vida.

FAMOSOS

“Quinn era el fotógrafo del glamour, trabajaba en Cannes, en la Costa Azul...Villers es más cotidiano, en algún sentido más humorístico, más bohemio. Son dos obras distintas pero que coinciden en la admiración por Picasso”, afirma el crítico de arte Juan Manuel Bonet.