La reconocida bailarina mexicana Elisa Carrillo, originaria de Texcoco y figura destacada del Staatsballet de Berlín, se presentó en el Teatro de la Paz como parte de su espectáculo Elisa Carrillo y Amigos.
La gala reunió a figuras internacionales del ballet como Mikhail Kaniskin, Iana Salenko, Marian Walter, Oksana Maslova y Yuval Cohen. Durante la rueda de prensa previa al evento, Carrillo compartió una reflexión sobre la importancia del arte como herramienta para la transformación social.
Carrillo destacó la emoción de presentarse en una ciudad de su país y subrayó el valor de los espacios culturales. Aseguró que el arte debe formar parte de la vida cotidiana y que iniciativas como esta gala permiten acercar la danza clásica, neoclásica y contemporánea a nuevos públicos.
Durante su intervención, la bailarina insistió en la necesidad de democratizar el acceso al arte. “El ballet no ha sido algo tan apreciado en mi país. Cuando yo comencé la carrera, mucha gente no entendía que el ballet era una profesión”, expresó. Asimismo, enfatizó que su misión va más allá del escenario: busca compartir lo que la danza le ha dado y sembrar inspiración en las nuevas generaciones, “Creo que son las artes las que nos pueden salvar, y creo que darnos la oportunidad de disfrutar y de conocer algo nuevo” agregó.
Para Carrillo, el arte también es un puente entre culturas. “La danza es un puente que une culturas, la danza une a los seres humanos, todos tenemos el derecho de sentir y disfrutar la belleza que nos da el arte”, afirmó. En ese sentido, celebró que el espectáculo haya sido pensado como un homenaje a la amistad entre bailarinas y bailarines de distintos países, todos ellos representantes de compañías de prestigio internacional.
Para terminar, Carrillo hizo un llamado a apoyar el arte desde todos los sectores, especialmente en un contexto en que la juventud necesita nuevas formas de inspiración. “Si queremos que el tejido social se pueda componer, tenemos que invertirle a la cultura y al arte”, concluyó.
Su presentación, incluyó chalecos sensoriales y audiodescripción para personas con discapacidad visual, siendo inclusivos y dando acceso universal a la cultura.