En un contexto marcado por la centralización de espacios culturales, la Fundación Música para la Vida A.C. (MUVI) desarrolla desde 2013 un modelo de educación musical comunitaria dirigido a niñas, niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad. Actualmente, el proyecto se encuentra activo en el municipio de Villa de Pozos, San Luis Potosí, donde opera una de sus orquestas comunitarias con más de 100 alumnas y alumnos.
El Modelo de Educación Musical Comunitaria MUVI plantea la música como una herramienta formativa que articula desarrollo artístico, acompañamiento psicosocial y trabajo comunitario. “La música de orquesta no debería ser de élite”, explica Laura Robledo, colaboradora del proyecto, al referirse a uno de los principios que dieron origen a la iniciativa.
ORIGEN Y ENFOQUE
MUVI surge en un periodo en el que el país atravesaba un escenario complejo de violencia y desigualdad social. A partir de un diagnóstico musical y social en 23 municipios de San Luis Potosí, se constituyó la Fundación Música para la Vida A.C. el 22 de mayo de 2013, con el impulso del entonces Secretario de Cultura, Xavier Torresarpi.
El modelo retoma la experiencia latinoamericana de sistemas orquestales comunitarios y la adapta al contexto local. “La orquesta es un símil de la sociedad”, señala Robledo. “Si una persona no hace bien su trabajo, afecta al conjunto; lo mismo ocurre en la comunidad”.
Desde sus inicios, MUVI se concibió como una asociación civil con financiamiento mixto, con el objetivo de garantizar su continuidad más allá de los cambios institucionales. “Tenía que venir desde la sociedad, si no, el proyecto iba a morir con los cambios de gobierno”, apunta.
VILLA DE POZOS: EL PRESENTE DEL PROYECTO
Tras haber operado en municipios como Villa de Reyes, Ciudad Valles, Matehuala, Charcas, Venado y Moctezuma, MUVI llegó a Villa de Pozos, donde actualmente mantiene una de sus sedes activas. El proyecto lleva tres años de trabajo continuo en este municipio, con una orquesta comunitaria integrada por más de 100 niñas, niños y adolescentes.
Las actividades se desarrollan de lunes a viernes, de 16:00 a 20:00 horas en una escuela primaria local, lo que implica un compromiso sostenido tanto para las y los participantes como para sus familias.
UN MODELO INTEGRAL
El Modelo MUVI se estructura a partir de tres ejes: el desarrollo personal, la relación con los demás y la vinculación con la comunidad. La formación musical incluye clases de instrumento, lenguaje musical y práctica orquestal colectiva, complementadas con talleres de habilidades para la vida y acompañamiento psicosocial.
“Tenemos dos grandes pilares: el área musical-artística y el área de desarrollo comunitario”, explica Robledo. “Ahí trabajamos habilidades para la vida, acompañamiento psicosocial y herramientas para enfrentar riesgos como violencia, ansiedad o consumo de sustancias”.
La práctica orquestal funciona como un espacio donde los aprendizajes se vuelven experiencia cotidiana. “Primero se analiza en las sesiones y luego se vive en la orquesta; ahí es donde hace clic”, afirma.
PARTICIPACIÓN, DISCIPLINA Y PERMANENCIA
Uno de los cuestionamientos frecuentes en torno al modelo es el impacto que el tiempo dedicado a la música puede tener en el rendimiento escolar. La experiencia del proyecto apunta en otra dirección. “Pasa todo lo contrario”, señala Robledo. “Las niñas y los niños se organizan mejor, aprovechan el tiempo y mejoran su disciplina”.
La asistencia constante y el proceso de adaptación generan una selección natural entre quienes pueden asumir el compromiso. “Llegan muchos, pero después del primer mes se quedan quienes realmente quieren continuar”, explica. El acceso es gratuito y los instrumentos son prestados por la fundación, lo que elimina una de las principales barreras de entrada a la educación musical.
RESULTADOS E IMPACTO
En 12 años de operación, MUVI ha creado 11 agrupaciones musicales comunitarias y ha beneficiado a más de 5,500 niñas, niños y jóvenes. Una evaluación de impacto realizada por la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí documentó mejoras en autoestima, compromiso escolar, habilidades socioemocionales y expectativas educativas, tanto en participantes como en sus familias.
De acuerdo con datos del propio proyecto, cerca del 78 por ciento de quienes han pasado por MUVI, alrededor de 4 mil 290 jóvenes, desarrollaron competencias que fortalecen su trayectoria educativa, social y profesional.
MÚSICA Y COMUNIDAD
Para quienes integran el proyecto, uno de los momentos clave ocurre en los conciertos comunitarios. “Vienen las familias, los abuelos, los vecinos”, relata Robledo. “Tal vez no irían a un concierto de orquesta, pero cuando ven a sus hijos o sobrinos tocando, se quedan y se enganchan”.
Sin discursos idealizados, la experiencia de MUVI en Villa de Pozos muestra cómo la educación musical, cuando se articula con procesos comunitarios y acompañamiento social, puede convertirse en un espacio de formación, disciplina y pertenencia, con impacto directo en la vida cotidiana de niñas, niños y jóvenes.