No hay como asustarse de nuevo, cuando ves en el lavabo
una dentadura que flota en un vaso con agua.
La sonrisa suspendida de mi abuela, pero sin mi abuela
y al mismo tiempo es ella.
La observo un rato y pienso en su primera carcajada, la de calcio que se revela en una fotografía,
la que no conocí, una muralla
derribada y sustituida.
Por eso me encantan las prótesis,
le dan forma a los miembros fantasmas.
Sonrisa fantasma cubierta por metal y plástico, una sonrisa que surge humana y prometedora.