En San Luis Potosí, la inclusión de personas con discapacidad en los espacios culturales sigue siendo un desafío. En su mayoría, museos, teatros, salas de cine y centros culturales no están adaptados para garantizar el acceso y disfrute de este sector de la población, lo que refuerza barreras sociales y limita su participación.
La falta de infraestructura adecuada, como rampas, intérpretes de lengua de señas, subtítulos o audio descripciones, impide que las personas con discapacidad puedan disfrutar de actividades culturales de manera plena, negándoles un derecho básico a la cultura y el ocio.
El caso de los medios de entretenimiento tradicional, como el cine y el teatro, es un claro ejemplo de la escasa adaptabilidad de estos espacios. La mayoría no cuenta con accesos adecuados, servicios inclusivos o programas que consideren las necesidades de los públicos con discapacidad.
Para construir una sociedad más inclusiva, es fundamental que San Luis Potosí se comprometa a crear espacios culturales accesibles que permitan la participación de todos, independientemente de sus condiciones físicas, sensoriales o cognitivas, promoviendo así una cultura verdaderamente equitativa y diversa.
TRISTANA LANDEROS,
DRAMATURGA Y ACTRIZ POTOSINA
Tristana Landeros es una dramaturga y actriz de San Luis Potosí quien padece hipoacusia, una condición que provoca la incapacidad total o parcial para escuchar sonidos en uno o ambos oídos. En una entrevista para Pulso Diario de San Luis expuso algunas de las problemáticas que vive como mujer artista y público teniendo su deficiencia auditiva.
La relación de esta artista en la cultura y el arte no son simplemente experiencias de entretenimiento; son espacios de resistencia y transformación. La forma en que personas con discapacidad se encuentran o no representadas en el teatro y el cine refleja un diálogo social sobre el valor de sus experiencias.
A través de su trabajo, Tristana busca no solo ser una voz representativa sino también abrir paso a otras voces, visibilizando narrativas que a menudo son ignoradas en estos espacios.
Landeros señala un problema común en el teatro: el uso de técnicas vocales que, si bien buscan naturalismo y realismo, dificultan la comprensión para ciertas personas. “Hablan bajo, o sea, de volumen bajo, y hablan entre dientes… me voy perdiendo”, comenta. Este tipo de elección artística desconecta a las personas con discapacidades auditivas, privándolas de acceder a las mismas emociones y experiencias. Para Tristana, esta barrera no es solo técnica, sino un reflejo de cómo el arte aún no logra adaptarse a la pluralidad de públicos que podrían estar interesados.
La dificultad para disfrutar de estas obras es una experiencia común entre personas con discapacidad auditiva, que también enfrentan problemas al ver películas en español sin subtítulos, en las que los diálogos son difíciles de seguir por las múltiples interferencias de sonido. En estos casos, el teatro y el cine se vuelven más excluyentes, y las decisiones de producción no consideran a aquellos que, con algunos ajustes, podrían formar parte de la audiencia.
PLATAFORMA “ZOCO”
Con la plataforma “Zoco”, Tristana ha encontrado una vía para que sus obras estén al alcance de personas que no siempre encuentran accesibilidad en el teatro físico. Obras como “Frisona”, un monólogo escrito para una actriz con discapacidad auditiva, y “Cuarto de Milla”, centrada en la vida de una mujer con discapacidad motriz, abordan con precisión y sensibilidad temas complejos desde una perspectiva realista.
Estas historias no solo entretienen; representan la vida de personas con discapacidades y están escritas pensando en ellas como el público principal.
Landeros subraya: “Están pensadas para que esas personas se vean reflejadas y no solo se sientan espectadores, sino reconocidos y valorados”.
La accesibilidad digital de “Zoco” permite que las obras lleguen a un público amplio y diverso, y que personas de diferentes partes del mundo puedan disfrutar de sus creaciones, leerlas en línea de forma gratuita, o adaptarlas para sus propios proyectos de inclusión.
Esta plataforma representa, para Tristana, un espacio seguro donde la narrativa sobre discapacidad no se ve limitada por las barreras físicas de una sala de teatro.
EMPATÍA CON LA DIVERSIDAD
También destaca que el acceso a la cultura no depende únicamente de la estructura física de los espacios teatrales o cinematográficos, sino de los contenidos y su adaptación. La accesibilidad que pueden ofrecer plataformas digitales mediante subtítulos, descripciones de audio, y otros recursos es una solución concreta para quienes enfrentan barreras en los entornos tradicionales. Sin embargo, Landeros enfatiza que este tipo de accesibilidad debería replicarse también en los espacios físicos. “El arte tiene que ser inclusivo no solo en el contenido, sino en el acceso mismo”, comenta, recalcando que un verdadero cambio cultural debe venir desde todos los aspectos de la producción hasta la presentación.
Una preocupación de esta artista es la forma en que el arte muchas veces representa a personas con discapacidad, encasillándolas en roles estereotipados o caricaturescos. Esta visión limitada y frecuentemente victimiza, refuerza una imagen pasiva de las personas con discapacidad, negándoles la complejidad y la dignidad que poseen.
RESPETO Y SENSIBILIDAD
Tristana aboga por una representación genuina, en la que actores y actrices con discapacidad tengan la oportunidad de interpretar papeles significativos y variados. “Queremos ver a personas con discapacidad en todo tipo de roles, no solo en papeles que reafirmen la idea de debilidad o sufrimiento”, expresa.
Para que el teatro y el cine logren este nivel de autenticidad, Landeros sugiere que los equipos de producción y dirección sean preparados en temas de diversidad e inclusión, de forma que comprendan no solo las necesidades físicas de su audiencia, sino también cómo representar sus vivencias con respeto y sensibilidad.
Además del impacto social, destaca el potencial económico de una industria del entretenimiento inclusiva.
INVERTIR EN ACCESIBILIDAD
Las personas con discapacidad representan un sector activo y con capacidad de consumo que merece ser considerado en la economía cultural. “Si estamos moviendo económicamente un sector, estamos aportando”, afirma, señalando que invertir en accesibilidad no es una pérdida, sino una ganancia para toda la sociedad. Esta idea se alinea con la necesidad de incluir a todos los sectores en la vida cultural, reconociendo su valor y aportación.
Landeros hace una invitación a asociaciones, escuelas, y grupos de teatro para colaborar en la lectura y adaptación de sus obras. Su deseo es que cada vez más personas con discapacidad puedan verse reflejadas en los personajes que ven en el escenario o en la pantalla, y que el teatro y el cine puedan convertirse en un espacio verdaderamente inclusivo; ve un futuro en el que cada obra de teatro y cada película sea accesible para todas y todos, sin importar sus capacidades.
En sus palabras, la inclusión no debe ser solo un ideal, sino una realidad concreta y tangible que pueda medirse en cada producción artística, en cada espacio cultural, y en cada historia que se narra.