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Reconstruye la ciudad a punta de alfileres,
con el debido cuidado de no clavar abejas en los muros.
No puede faltar un policía que se distrae con un vendedor de zanahorias
y un merolico vende frases esotéricas a peso.
No te sientas culpable si pierdes una pieza de madera o la ventana
de algún ático.
Hay quien piensa necesario poner flores y tres gatos,
uno en el tejado.
Es usual colocar los libros de sintaxis en el tacho.
La ciudad cambia de posición cada mañana.
Hipodamo de Mileto estaba equivocado:
los minaretes retoñan, las calles reverdecen,
jardines, ortigas, floripondios; las iglesias prescindibles,
esculturas de latón o bronce, palacetes.
Además de los perros son importantes los faroles y los baches.
Pero debes de considerar que todos escuchamos
la trompeta y el badajo, vivimos en la eterna ciudad
de los derrumbes,
así que, sin duda, nunca tendrás los suficientes,
nunca te alcanzarán los alfileres.