“LA PRIMERA PIEDRA”

EXPOSICIÓN DE ROY GONZÁLEZ, LA TRANSFORMACIÓN DE LO ELEMENTAL

Convierte lo orgánico en un símbolo reflexivo de nuestra relación con el mundo que habitamos

En “La Primera Piedra”, Roy González convierte lo orgánico en un símbolo reflexivo de nuestra relación con el mundo que habitamos. La piedra, en su estado puro y natural, es intervenida, tallada y convertida en cubos. Estas formas geométricas, simples y repetitivas, adquieren un carácter industrial que contrasta con su origen artesanal. 

Aquí, el artista nos pone frente a una paradoja: ¿cómo algo tan básico y ancestral como la piedra pierde su valor si no se transforma? Roy nos recuerda que, “en una sociedad obsesionada con la producción masiva, olvidamos la belleza de lo único y lo hecho a mano”.

La obra se encuentra expuesta en el Museo de Arte Contemporáneo de San Luis Potosí, la cual aborda las complejidades de la interacción entre la naturaleza y la intervención humana, centrándose en el proceso de transformación de la piedra, que comienza en su estado natural para ser tallada hasta convertirse en cubos perfectamente geométricos

Esta metamorfosis no solo simboliza la industrialización de lo orgánico, sino que también pone de manifiesto cómo la materia prima adquiere valor únicamente cuando se adapta a las necesidades del mercado.

Sin embargo, más allá de su crítica, la obra plantea un diálogo entre dos realidades opuestas pero complementarias: lo natural y lo construido, lo efímero y lo permanente. Cada cubo, aunque firme e independiente, depende de los demás para dar sentido al conjunto. Esta metáfora puede trasladarse al ser humano y su entorno: somos individuales y a la vez interdependientes. 

Así, Roy no solo transforma la materia, sino que nos revela su potencial escondido. 

El cubo, en su aparente sencillez, contiene una multiplicidad de significados que despiertan una nueva apreciación por lo básico y lo esencial.

LA INTERVENCIÓN HUMANA 

Y EL VALOR DE LO ARTESANAL  

La obra de Roy González destaca por su capacidad de usar lo tangible para representar lo intangible. La instalación no es solo una sucesión de piedras talladas, es un testimonio de la lucha constante entre la naturaleza y la intervención humana. La piedra simboliza lo orgánico, lo eterno; el cubo, en cambio, representa lo racional, lo intervenido, lo que ha pasado por la mano del hombre. Al confrontar ambas perspectivas, Roy denuncia la pérdida de lo artesanal en una época donde la velocidad y la uniformidad son moneda corriente.  

Cada cubo es una declaración, una pieza elaborada manualmente por maestros canteros que, con dedicación y paciencia, rescatan una tradición en peligro de extinción. 

Esta reivindicación del oficio no solo celebra la habilidad humana, sino que nos invita a pensar en el tiempo y el cuidado que invertimos en las cosas que nos rodean.    Roy plantea una crítica a la modernidad, donde la búsqueda de eficiencia y repetición relega la maestría artesanal a un segundo plano.

Cada cubo, trabajado a mano por artesanos expertos, se convierte en un manifiesto silencioso de la habilidad y la tradición que están siendo desplazadas por la producción en masa. En esta instalación, el artista celebra la singularidad de cada pieza, recordándonos que incluso en su uniformidad aparente, cada cubo es una obra irrepetible.

LA ARMONÍA EN LO SENCILLO  

Como espectador, “La Primera Piedra” me lleva a cuestionar cómo valoramos lo que nos rodea. Vivimos en un mundo donde el “producto terminado” suele ser más apreciado que su proceso de creación, donde lo orgánico se pierde entre lo funcional. Sin embargo, Roy recuerda mediante sus piezas que detrás de lo aparentemente simple hay historia, talento y un profundo diálogo entre el hombre y la naturaleza.  

Ver cómo estas piedras, talladas hasta la forma de cubos, dependen unas de otras para construir un todo, hace pensar en la propia existencia humana. Al igual que los cubos, los seres humanos son sólidos y autónomos, pero su verdadera fuerza radica en la manera en las relaciones que te conectan con los demás.

La obra es una llamada a encontrar valor no solo en los grandes resultados, sino en los pequeños detalles, en el proceso y en la esencia que se esconde detrás de la materia.  

Roy González logra, con maestría, transformar algo tan elemental como la piedra en un símbolo complejo y poderoso, capaz de cuestionarnos y al mismo tiempo maravillarnos.