43
Puedo escribir palta o cualquier otra cosa:
invento el azar con dos cotiledones.
Pero, si lo pienso bien, es mejor guardar silencio y un policía
en cada minarete.
Descubro la influencia de un filósofo chino en el arte de pintar paredes,
o prolongo este discurso,
como el perro que da vueltas para encontrar un sitio.
Una ciudad, espejos, garambullos.
Hay una forma de caminar a ciegas para evitar las trampas:
cada palabra es una jaula.
A punta de cincel recobro la memoria de las piedras, los huesos,
trilobites, valvas, ámbares, poemas.
Queda poco por decir, a no ser el desorden.