CIUDAD DE MÉXICO, abril 22 (EL UNIVERSAL).- Arturo Arredondo vivió siempre entre libros. Su departamento en el Centro Histórico de la Ciudad de México parecía más una biblioteca que una casa: cada rincón se había convertido en un librero y apenas había espacio para las cosas de la vida cotidiana (la estufa, el refrigerador, la mesa).
Arredondo, escritor y periodista chiapaneco, murió el pasado sábado, 16 de abril, a los 83 años luego de haber padecido durante varios meses una hidrocefalia de la que no se pudo recuperar a pesar del tratamiento que se le suministro.
La noticia de su muerte fue confirmada por Celeste Sáenz de Miera, presidenta del Club de Periodistas de México, en cuya posada vivió sus últimos años Arturo Arredondo.
"Ya estaba muy delicado pero murió sin sufrimiento, se le había diagnosticado hidrocefalia y estaba bajo tratamiento. Fue cremado según fue su voluntad", informó la presidenta del Club, que tiene esta posada como un espacio en el que se brinda atención y apoyo a periodistas de la tercera edad.
Arturo Arredondo nació en Tapachula, Chiapas, el 26 de agosto de 1938. Estudió Comunicación en la UNAM, con especialización en cine, lo que le permitió tener durante muchos años una columna sobre el séptimo arte en el periódico "Novedades".
Fue coordinador de talleres de Creación Literaria de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y de cursos de cine y literatura en el Insituto Nacional de Bellas Artes (INBA) . Fue fundador y director honorario de la revista literaria "Voces de la Primera Imprenta". Gerente de la estación de radio XETEC, de Tecpatán, Chiapas, en donde se dedicó con vocación a colaborar en el mejoramiento de la vida de los habitantes.
Fue becario del programa "Arte por todas partes" 2003, de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
La huella más profunda que deja Arturo Arredondo es, sin embargo, la enorme cantidad de alumnos y periodistas a los que apoyó para que cumplieran su vocación de comunicadores o cinéfilos.