Cenizas esparcidas en el Océano Pacífico].Ese día llevaba
en ella tonalidades mezzosopranas, de un desamparo indigente que viajaba por las carreteras
texanas…
:huérfana de su momento. Cultivó en sus uñas los suspiros. El entablado era su campiña:
—En el escenario, le hago el amor a 25000 personas diferentes, luego me voy a casa: sola—
Ahí, los matices de su voz
se despeñaban hasta lo más
profundo del
espectador. Montada en el “ferrocarril subterráneo” hería una sola conciencia:
—¿Sabes la razón por la cual se piensa que sólo las personas de color tienen
alma? Porque los blancos no se permiten sentir con el alma—
;colgaba del cabús el aliento
del odio…
; su voz dejó de agrandarse,
de ser parte de lo cotidiano,
de lo extraordinario.
El silencio, el Porsche psicodélico, la habitación, el abandono,
heroína pura.
—No pongas en peligro tu vida, eres todo lo que tienes.—
Un cuerpo sin aire. Jeringas en ninguna parte. Una fiesta post- mortem. La
mirada fija en el summertime.