Un libro reconoce a Miguel Hidalgo como "piedra de escándalo, división y tropiezo"

MÉXICO (EFE).- El historiador Carlos Herrejón revela claroscuros y desmitifica con nuevos documentos al líder de la independencia mexicana, el cura Miguel Hidalgo, en un libro que lo reconoce como "piedra de escándalo, de división y de tropiezo". 

"Si se quiere hacer de Hidalgo una estatua de bronce impecable, absolutamente sin ninguna manchita, en eso sí no voy a coincidir, porque es tarea del historiador ser lo más aproximado posible a la verdad histórica y no puede uno traicionar eso", expresa este martes en entrevista con Efe. 

En su nuevo libro "Hidalgo: maestro, párroco e insurgente", el historiador lleva al padre de la patria mexicana de "héroe mítico a hombre de carne y hueso". 

Herrejón reconoce que Hidalgo es "el símbolo de la independencia" de México, que conmemora este jueves 15 de septiembre 212 años del grito que el cura dio en 1810 en el pueblo de Dolores para arrancar la lucha para independizar al país de España. 

Desde enero de 1811, el último número del periódico insurgente "Despertador Americano" lo declara ya "padre de la patria", expone el historiador, quien advierte "una coincidencia en la posición oficial de antes y de ahora". 

"Hidalgo es un símbolo ya y el símbolo rebasa ya a veces la perspectiva estrictamente histórica, historiográfica. Independientemente de los claroscuros de la biografía de Hidalgo, lo que es indiscutible es que el movimiento que inició Hidalgo concluyó con la independencia", indica. 

HISTORIA RENOVADA 

El autor, nacido en Michoacán en 1942, es uno de los expertos más destacados en la historia de la Nueva España y la independencia de México, por lo que ha escrito ya varias biografías sobre Hidalgo, incluyendo una primera versión de "Hidalgo: maestro, párroco e insurgente" en 2011. 

Para esta nueva edición, el especialista corrigió uno de los lugares de la "ruta de Hidalgo", el recorrido que hizo el libertador con el ejército insurgente, tras encontrar un nuevo documento. 

"Toda la ciencia, incluida la historiográfica, no se encuentra donde estaba ni se va a quedar donde está, siempre hay que corregir", comenta. 

Además, encontró un expediente sobre la prisión de los insurgentes que no se conocía y estudió documentos en Morelia, capital de Michoacán, y en el Archivo General de la Nación que "no habían sido suficientemente escudriñados". 

Con estos detalles, una de las cosas que más aporta este libro es la vida preinsurgente de Hidalgo, según Herrejón, "porque fueron muchos años, hay mucha documentación y poco aprovechada". 

Al historiador le interesaba descubrir "cuál fue la formación de Hidalgo, quiénes fueron sus maestros y cuáles eran los libros que efectivamente leía, porque se dice que leyó a los enciclopedistas franceses". 

Pero encontró que "eso fue algo un poco marginal" y, en realidad, quedó marcado por libros que leyó en el Colegio de San Nicolás en Michoacán, donde fue rector. 

Por ello, "otra de las cosas nuevas es examinar la vida de Hidalgo con nuevos lentes, nueva perspectiva", sostiene Herrejón. 

"El movimiento de Independencia y el movimiento de la Ilustración fueron fenómenos mucho más amplios, que rebasan la vida de un individuo, entonces traté también en esta biografía de Hidalgo de ubicar al personaje en su contexto histórico, en esas corrientes más amplias de la historia", menciona. 

UNA FIGURA POLÉMICA 

El académico también apunta que "desde un principio, obviamente, Hidalgo dividió a la nación" o que "ya estaba dividida", pero "él simplemente lo manifestó". 

Esto ocurrió, detalla, porque Hidalgo se convirtió en el "abanderado del descontento" de los criollos y de las etnias indígenas contra los abusos de la Corona española. 

Pero, además de eso, el experto señala las diferentes discusiones sobre la vida de Hidalgo, como si la guerra que inició fue "sumamente destructiva", si respetó su catolicismo o si estaba en contra de la Iglesia. 

En la introducción de su libro, Herrejón señala a "quienes se renuncian a comprenderlo: panegiristas incondicionales y patrioteros de ayer, iconoclastas y pseudohistoriadores de hoy, mercaderes del morbo". 

Por ello, defiende su labor como historiador. 

"Nunca va a llegar uno a la plenitud de la objetividad, pero sí nos podemos acercar bastante, y en ese sentido, el manejo ya político de los próceres es otra cosa", concluye.