¿Colapso lejano? Recorte equitativo

No fue ni siquiera con un comunicado, sino con un aviso de tres párrafos diseñado para las redes sociales como los Servicios Estatales de Salud salieron a responder a una andanada de mensajes distribuidos también en redes sociales que advertían del colapso de hospitales públicos y privados ante la oleada de internamientos a causa de COVID-19.

La dependencia no ofreció cifras en el aviso, limitándose sólo a calificar de falsa la información.

El asunto podría ir más allá de la paranoia y la desinformación. A la par de las versiones sin rostro de las redes sociales, testimonios de pacientes hablan de que ya empieza el peregrinaje de personas que presentan ya un cuadro avanzado de coronavirus en los hospitales, sólo para recibir una negativa a la admisión.

Un caso reciente, de una persona con recursos incluso de tener un seguro de cobertura médica más que suficiente, pero que falleció en su domicilio debido al rechazo repetido en varias clínicas apunta a que la pregonada suficiencia hospitalaria podría estar sólo en las tablas que muestra diariamente la Secretaría de Salud.

En el hospital de Soledad, empleados denuncian que si bien hay camas, lo que falta es personal, debido a la huida de un número importante de trabajadores de la salud, desanimados por tener que enfrentar condiciones riesgosas con escasos alicientes en materia de ingreso.

Ese lúgubre escenario ya lo observó San Luis en la clínica del ISSSTE de la capital.

Parece que el oleaje de la pandemia está cerca de rebasar el objetivo primario de la autoridad de evitar el colpaso del servicio médico.Ojalá quede tiempo para evitarlo.

En Yucatán, el gobierno estatal no se anduvo con contemplaciones y reimplantó la Ley Seca, además de que impuso un toque de queda.

Aquí, el ayuntamiento capitalino, desde el viernes pasado, estableció el cierre de antros y bares. El fin de semana, se vio claramente que la orden fue ignorada.

   

Si algo tiene el impacto negativo del COVID-19 en la economía de las dependencias públicas estatales es que democratizó el recorte presupuestal.

Todos los municipios, salvoSoledad de Graciano Sánchez, sufrieron un recorte que, individualmente, osciló entre el 15 y casi el 3  por ciento.

Y cuando se habla de ingresos para los municipios, el tamaño sí importa. Si bien es cierto que los municipios mayores recibieron el peor impacto de la tarascada presupuestal, como el caso de la capital, también lo es que esas mismas dimensiones les permiten una mayor diversificación de ingresos, como los propios.

A mayor población, resulta evidente que más probabilidad  hay de que ese tipo de ingresos se incremente, lo que haría más llevadero el recorte de ingresos federales.

Pero aunque en cantidad, los recortes federales a los municipios pequeños y menos poblados lucen inferiores, podrían llegar a ser más lesivos, dado que es usual que sus ingresos locales representen una parte mínima de sus entradas totales.

En todo caso, el asunto representa un desafío para autoridades que deben cumplir con su responsabilidad con un menor preuspuesto.   

¡HASTA MAÑANA!