Si manejamos lenguaje coloquial, podemos decir que técnicamente todos los candidatos tienen cola que les pisen, y nos referimos a la desatención con el anfitrión del debate de este domingo, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Es una institución de educación superior, y cada candidato dedicó su tiempo a la actividad propagandística, a dos o tres golpes bajos, además de un desaguisado de un candidato impresentable con algunos reporteros.
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Estudiantes universitarios pendientes del debate, buscaban la manera de que los candidatos no solo traten de usar los confines de clientelismo político. Este domingo, los nueve candidatos a la gubernatura del Estado perdieron la oportunidad de demostrar que tienen programa de gobierno para la educación superior, que como mínimo hay una idea estructurada de proyectos para uno de los sectores más olvidados por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y no nos referimos a las universidades nacidas en este sexenio federal, sino a la caída en la inversión en infraestructura, que viene como flecha en picada desde la administración de Enrique Peña Nieto, pero ahora aún es más pronunciada.
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No escuchamos a ningún candidato agregar a sus planes de gobierno el centro de información y biblioteca multigrado de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que el proyecto de regeneración vial y peatonal, de infraestructura y equipamiento, considera para agregar al ala norte del plan de reingeniería urbana para los espacios abiertos peatonal, y subterráneo vehicular, en el conjunto urbanístico de la Plaza del Carmen, la Alameda Juan Sarabia, el Museo del Ferrocarril y el Centro de Transferencia de Transporte Urbano, obra de habitabilidad que se encuentra pendiente desde hace ya 24 años.
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El debate de este domingo no arroja hombres de estado. Algunos tildaron a adversarios de barbajanes e impresentables, otros se dijeron defensores de las víctimas de los errores de sus oponentes, los nueve se dibujaron a sí mismos como la mejor opción, en cierta forma desatendieron el guión original, y uno de ellos recibió una llamada de atención por sobrepasarse en el lenguaje.
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Los candidatos aprovecharon para presumir sus encuestas a la medida, se transformaron en religiosos y creyentes, se hicieron las víctimas y parte del espectáculo nocturno involucró un discurso que imita al del presidente de la república. Diría Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, “ah, raza”. En el búnker de campaña de cada uno, todos se dijeron triunfadores y alegaron que los adversarios no alcanzaron la inteligencia suficiente. Así son los procesos electorales. Ni modo.
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Mientras ello ocurre y en un asunto que realmente preocupa, no ha sucedido ni con la crisis de la pandemia, pero a nivel de los pequeños oficios, el aumento de precios a los insumos para elaborar productos de panadería, es apenas un indicador de una espiral inflacionaria que, es preciso hacer votos, no se acerque a los años de crisis económicas afectadas por procesos internacionales, errores económicos y hasta caídas de bolsas de valores.
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Un panadero artesanal, con su sencillez, muestra cómo los precios por tonelada de insumos para elaborar sus productos, progresivamente van haciendo de esa industria actividad insostenible, a la que se agregan precios de combustibles, de aquellos que Andrés Manuel López Obrador presumía orgulloso a precios muy bajos a principios del año 2020, y ahora ni siquiera aparecen en sus referencias.
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¡¡HASTA MAÑANA!!