El desorden que ha imperado en el proceso de establecimiento del Sistema Estatal Anticorrupción se evidencia con la declaración del Presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado (STJE), Juan Paulo Almazán Cue, en la que se deslinda del polémico proceso en el que se entregaron a Juan Ramón Infante Guerrero, titular del Órgano de Gobierno del SEA, funciones de secretario técnico, sin los asideros legales necesarios.
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Dice el funcionario judicial que no fue enterado de una convocatoria en la cual se fuera a formalizar el órgano de gobierno y se pretendiera nombrar al secretario técnico, cuyas funciones, ante la imposibilidad de nombrarlo de acuerdo al procedimiento, recayeron en Infante Guerrero, en una situación no prevista por la ley.
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Será interesante conocer los documentos de la convocatoria a esa sesión, para saber si eso es verdad o no. Otra de las instancias involucradas indicó que no se hacía caso a las convocatorias emitidas por el CPC, ante la posibilidad de que las turbulencias que ha vivido ese organismo hayan dejado a su presidente, el propio Infante Guerrero, sin la atribución legal para poder convocar a los órganos involucrados.
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En todo caso, lo que este episodio deja ver es que las dependencias involucradas en el establecimiento del Sistema no están sintonizadas del todo, e incluso podría haber enfrentamientos internos.
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Esto es el peor escenario en una historia que, de por si, ya se ha visto innecesariamente complicada.
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Parece tardía y no muy sincera la disculpa que vino a ofrecer aquí Fernando Belauzarán, ex diputado federal perredista, debido a que su partido fue el que se prestó para que el gallardismo se encaramara en posiciones de poder.
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No es una solicitud de perdón desinteresada, sino que se hace en el marco de una disputa por la franquicia perredista entre el poder central de lo que queda de ese partido y el gallardismo, que parece decidido conservarla, pese a la migración de sus fuerzas principales al Partido Verde.
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La disculpa, aun si pudiera reparar algo, está fuera de lugar, pues fue ese mismo interés político del partido del Sol Azteca el que lo llevó a ligarse con la corriente potosina. A ambas fuerzas les convenía y lo hicieron. Generando con ello consecuencias que incidieron, y aún inciden, en la vida política del estado.
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Está demás si el PRD nacional considera que debe pedir perdón por los efectos causados por esa alianza.
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¡HASTA MAÑANA!