Focos rojos en seguridad SCT omisa y cómplice

La detención de Marco “N”, alias “El Alacrán”, un presunto jefe de plaza, en Ciudad Valles, desató una reacción inmediata del crimen organizado: bloqueos, ataques y persecuciones que provocó amargos recuerdos de los peores momentos de violencia y sangre en la Huasteca potosina. Por fortuna el asunto no pasó a mayores, pero debería de poner en alerta máxima a las autoridades de los tres órdenes de gobierno.

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Este episodio confirma que la violencia en la entidad no es un asunto aislado, sino un fenómeno sistemático. Las células criminales operan con impunidad en todo el país, listas para desafiar al gobierno en cuanto tocan a uno de los suyos. No se trata de un “efecto colateral”, sino de la consecuencia directa de una estrategia fracasada de seguridad.

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Mientras municipios, estado y federación se refugian en cifras y discursos que maquillan la realidad, la violencia sigue escalando. La estrategia de seguridad, fallida a todas luces, solo perpetúa el miedo y la incertidumbre entre los ciudadanos, quienes viven atrapados entre la ineficacia gubernamental y la brutalidad del crimen organizado.

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El transporte urbano en San Luis Potosí sigue operando en la ilegalidad con la complacencia de gobierno; según Ciudadanos Observando, 379 camiones superan su vida útil y continúan circulando sin consecuencias, la SCT, en lugar de actuar, oculta el problema con declaraciones falsas.

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Araceli Martínez Acosta afirmó que 350 unidades fueron retiradas en 2024, pero al solicitar pruebas, la dependencia no pudo respaldarlo. Su respuesta vaga y burocrática confirma lo evidente: no han hecho nada. Los camiones obsoletos siguen en las calles, poniendo en riesgo a miles de usuarios cada día y al resto de los conductores y peatones que siguen padeciendo al pulpo camionero.

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La SCT prefiere encubrir a los concesionarios antes que garantizar un transporte seguro y digno. Mientras tanto, los ciudadanos pagan la tarifa completa por un servicio deficiente y riesgoso.

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El oftalmólogo sigue ciego defendiendo en corto y en público el vergonzoso contrato. Otro día más.

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¡HASTA MAÑANA!