Del sabotaje a la discusión y en su caso aprobación del Programa Municipal de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, y el Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población, en esta ocasión ni siquiera se puede señalar a la minoría gallardista en el Cabildo. Los responsables de frenarlo tienen nombre y apellido, algunos incluso aspiraciones a otro cargo de elección popular.
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Se trata de regidores del Partido Acción Nacional y un síndico. Con diversos pretextos e incluso imputaciones a quienes buscan destrabar la revisión y en su caso aprobación, mantienen en la congeladora un trabajo que especialistas desarrollaron por más de un año para dar una nueva fisonomía a la planeación de la ciudad y al orden territorial.
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La denuncia de la segunda síndico de la capital, Alicia Nayeli Vázquez Martínez, pone el dedo en la llaga de las presiones que los panistas han ejercido desde el principio de la actual administración municipal, tanto al ahora Presidente Municipal con licencia como a las propias acciones de gobierno.
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Se les olvidó que no son diputados, sino regidores, y no pueden gozar de soltura presupuestal para promover sus acciones como lo hacen, por cierto en forma cuestionable, los legisladores de mayoría relativa.
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El rechazo de los regidores blanquiazules a su papel para destrabar la planeación urbana que tiene varados a miles de empleados y a cientos de constructores, que ni siquiera saben qué van a hacer ni cuáles son las reglas del juego, es una muestra del denominado “fuego amigo” de miembros del Cabildo que finalmente se ganaron la chamba por el triunfo electoral del entonces Presidente Municipal.
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En San Luis Potosí aún no hay modo de que sus habitantes reconozcan el lugar histórico que por lo menos la zona metropolitana tiene en la pandemia de influenza A/H1-N1 que afectó en 2009 a todo el mundo. La ciudad probó el alto índice de letalidad de aquella enfermedad que por entonces era nueva, y ahora cuenta con una vacuna disponible para todos. Es más, tampoco parece recordarse la implementación de protocolos de distanciamiento social que detuvieron los contagios masivos.
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Es verdad que la nueva pandemia ha causado altos niveles de estrés, un distanciamiento social sin precedente en la historia de México, y deseos de desobediencia civil a las medidas restrictivas para protegerse de los contagios del coronavirus Covid-19. Ocho meses y medio de restricciones suelen generar desesperación, pero también en muchos, la conciencia de que es necesario cuidarse de sí mismos y de aquellos que dicen no creer y con quienes se debe tratar con paciencia.
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Sin embargo, el aprendizaje histórico parece no estar muy arraigado en los potosinos, y menos cuando se acerca la Navidad, y muchos tienen que sopesar entre irse de compras para quedar bien con regalos, o desahogar pendientes de salud, cuidarse y evitar salir a la calle en la época de mayores aglomeraciones.
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No. La pandemia no se ha detenido y mucho menos las prácticas que han acelerado la propagación del virus. Gran parte de esas prácticas es una obligación de las autoridades, pero la mayor parte corresponde a una sociedad indolente al flujo acelerado de información que se relaciona con la verdadera magnitud de la tragedia.
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¡¡HASTA MAÑANA!