El crecimiento de la pandemia de COVID-19 en San Luis Potosí sigue imparable y se dispara en forma peligrosa. Los registros contables hasta este miércoles, casi medio millar de contagios nuevos confirmados y 504 decesos por el virus, a pesar de esto aún abunda en la calle una gran cantidad de personas que sigue sin tomar medidas de emergencia para disminuir los casos.
Llama la atención que es una abierta lucha entre quienes tratan de poner orden, ciudadanos irresponsables y alguno que otro servidor público que no sólo no pone el ejemplo, sino que facilitará las condiciones para que el combate a la pandemia se tope con la barrera del imaginario colectivo, y la inevitable lentitud para que los ciudadanos reaccionen.
Por igual, aparecen señoras paseando con sus hijos por las calles sin medidas de protección, negocios de venta de alcohol que ninguna autoridad cierra a pesar de contar a veces con permisos de giros mercantiles falsos, autobuses urbanos que pueden subir pasajeros en forma indiscriminada, calles del Centro Histórico repletas de gente que va a pasear, comercio ambulante sin control, nula cultura para asear el exterior de los establecimientos comerciales y viviendas, medidas de distanciamiento entre clientes de bancos y otras instituciones, en espacios menores a un metro entre persona y persona, y tienditas de abarrotes donde quien dice no creer en la pandemia es precisamente la persona responsable del negocio.
De las medidas de distanciamiento en forma presencial, la mecánica de presentación de los exámenes de admisión a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, se convirtió sin querer en una técnica de trabajo aterrizada a la realidad, para planear las actividades presenciales de estudiantes con permanencia de pocas horas y en grupos pequeños en las aulas.
Poco a poco se refuerzan las versiones de que no habrá regreso la educación presencial en corto tiempo. La pandemia de coronavirus COVID-19 creció en México en forma exponencial a pesar de que se cruzó con la época de clima cálido, y la rápida expansión de la enfermedad infecciosa inevitablemente se cruzará con la temporada de influenza en un par de meses. Se encontrará, precisamente, con el aumento de casos de influenza A/H1-N1, de la que a 11 años de su aparición, no toda la población quedó inmunizada.
El panorama para la educación presencial es incierto, pero salvo grupos muy pequeños con sana distancia, técnicamente es imposible acudir a clases con la distribución tradicional de grupos de 30 a 40 estudiantes. La distancia entre uno y otro es muy corta y de acuerdo al aumento de asistentes progresivamente se vuelve más complejo controlar cualquier acción que pudiera poner en riesgo de contagio a los compañeros de aula.
Entre diversos niveles de gobierno hay carreras por ver quién actualiza más rápido las noticias sobre los avances de la pandemia. Esta vez, del municipio de Soledad de Graciano Sánchez surgió una versión en la que el titular de Educación de aquel ayuntamiento anunció que no habrá regreso a clases presenciales antes de octubre. El funcionario se refería a todos los niveles.
Su dicho de que probablemente en octubre los estudiantes regresen, pudiera actualizarse en fechas próximas, si se considera el escenario antes planteado, de la concurrencia de una pandemia en proceso de abierta expansión y las diversas modalidades de influenza, sobre todo en los meses de más bajas temperaturas. Se trata de un contexto muy peligroso, si se considera que en la experiencia de otros países, los mayores movilizadores del virus que termina matando gente vulnerable, son jóvenes y adolescentes.
¡HASTA MAÑANA!