Un paso burocrático en el enrevesado proceso de Morena para designar su candidata a la gubernatura desató ayer una polvareda en la que hubo precipitación y oportunismo. Pero también abre la puerta a inciertos panoramas en la sucesión de 2021.
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Lo que hicieron ayer la dirigencia nacional y la Comisión Nacional de Elecciones de Morena ya estaba previsto en el tercer aplazamiento del calendario original del proceso: dar a conocer a los perfiles que participarían en la segunda fase de la elección.
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Hay que resaltar que, hasta el momento, no hay ninguna validación oficial de los datos por parte del partido.
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Se esperaba que fueran 4, pero en realidad, fueron cinco, incluyendo a las dos candidatas que se inscribieron desde el inicio: Francisca Reséndiz y Consuelo Jonguitud. Quizá el gesto se generó para cortar la posibilidad de eventuales litigios.
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La reunión pasó de un encuentro informativo a ser un escándalo cuando una furiosa Francisca Reséndiz denunció un intento de imposición para favorecer a Mónica Rangel Martínez, pues se le ubicaba adelante en la encuesta de conocimiento.
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La lideresa sindical, quizá precipitadamente, vio en el gesto una entronización de Rangel Martínez, cuando en realidad era una fase ya esperada y con el resultado previsible: Mónica Rangel, con cinco años al frente de la Secretaría de Salud, el último de ellos apareciendo diariamente debido a la pandemia, lo obvio es que resultara la más conocida de la lista.
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Desde luego, en política, ese tipo de datos se aprovecha y desde ayer, se desató una ofensiva mediática para convertir a Mónica Rangel en “virtual candidata”, cuando todavía falta por cumplirse un paso.
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Pero entonces, viene la renuncia al cargo de la ahora ex secretaria. ¿Sabe algo que los demás no o está “blofeando” para reforzar la impresión de que es la elegida? La única certeza es que no regresará a la dependencia en la que tuvo un polémico desempeño.
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Pero si todavía no se puede considerar a alguien como ganador, sí hay un claro perdedor en todo esto: la militancia morenista, que fue relegada de manera lastimosa.
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Los morenistas locales verán cómo su dirigencia nacional y, para efectos prácticos, la 4T, respaldarían a dos proyectos ajenos: el de una priista, Mónica Rangel, y un Verde, el diputado Ricardo Gallardo.
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Pero los efectos del movimiento de ayer también podrían repercutir en el resto del rompecabezas electoral. ¿Cómo tomarán en el PAN el avance de la doctora Rangel a la siguiente ronda? ¿Qué pensarán del partido aliado de la coalición Va por San Luis? ¿De veras creen en Palacio que se pueden desligar de los movimientos de su ex colaboradora?
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Está también el factor Nava, todavía. La indefinición del alcalde con licencia bien puede convertirse en un factor que le agregue mayor inestabilidad a los comicios.
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Si Nava Palacios va por la revancha, será el PAN su blanco principal. Y eso implica que, muy probablemente, deberá aliarse con los adversarios de la coalición PRI-PAN. A partir de allí, las combinaciones lucen infinitas.
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¡HASTA MAÑANA!