La Secretaría de Salud local no echa las campanas al vuelo. Con mayor cautela que la similar federal, no ve con certeza una fecha para la implementación de una vacuna contra el coronavirus COVID-19.
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Con base en datos del Gobierno Federal, se calcula que en México habría una vacuna con los avances hasta ahora, de distribución generalizada hasta julio o agosto de 2021.
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Sería una fecha prometedora si se trata de la organización de juegos olímpicos o encuentros mundiales de fútbol, pero es un abismo para reconocer que se trata del tiempo que todavía deberá transcurrir con vaivenes de semáforos restrictivos, el ir y venir de cifras de alza o baja de contagios, escenas de zozobra y de riesgo de colapso de hospitales, del muy tardío cambio cultural para algunos que insisten en desarrollar actividades en las que exponen a otros a caer en las garras de la pandemia y de mayor crisis económica.
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Para los investigadores y los laboratorios que ya se encuentran en la carrera por ganar la autoría de una vacuna definitiva, es un tiempo muy corto si se considera que algunas vacunas han tardado décadas en desarrollarse y presentar resultados efectivos de inmunidad.
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Por lo menos las noticias oficiales dan a entender que los ensayos clínicos de las vacunas desarrolladas en diferentes partes del mundo, ofrecen resultados prometedores para tratar la enfermedad.
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Incluso todavía falta saber si para julio o agosto como fechas aún imprecisas, se necesitará solamente de una o de dos dosis para prevenir los contagios.
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Es más, la etapa experimental todavía exige una serie de pruebas que no necesariamente concluyen a corto plazo, y a ese respecto, la propia Secretaría de Salud, con base en datos externos, habla de que hay vacunas que se pueden desarrollar en periodos de 5 a 10 años. Entonces una vacuna en un año y medio requeriría de acelerar procesos de laboratorio que históricamente son más lentos para diseñar el tratamiento de otras enfermedades.
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Por supuesto, habría que pasar por todas las etapas de conocimientos previos, descripción de situaciones, presentación de casos hipotéticos, investigación, contrastar las pruebas, desarrollar pruebas adicionales, corregir y descartar y aprobar los casos exitosos.
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Son procesos usualmente más lentos, pero que por la premura del caso y el avance de los de la pandemia, requieren de reacción rápida investigaciones en cierta forma aceleradas.
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Y por fin prosperó la que de entrada debería ser una solicitud ciudadana innecesaria, es decir, la creación de estrados específicos para la publicación de sentencias del Poder Judicial del Estado y del Tribunal Estatal de Justicia Administrativa.
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No debería suceder, si las instancias judiciales locales siguieron los pasos del Poder Judicial Federal, para mantener en sus estrados electrónicos no sólo las listas de acuerdos, si no los expedientes debidamente testados, de los casos resueltos a fondo.
¡¡HASTA MAÑANA!!