La democracia potosina será nuevamente puesta a prueba y, sorprendentemente, esta vez no es por los partidos políticos.
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La Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) anunció que este año, promoverá ante el Congreso del Estado una iniciativa de reforma a la Ley Electoral del Estado para que los partidos incluyan en sus candidaturas a puestos de elección popular a ciudadanos de grupos vulnerables, como indígenas, personas con discapacidad y a integrantes de la comunidad gay y transexual.
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De inicio, el afán incluyente de la CEDH es positivo, pues busca poner en el Congreso a representantes de comunidades generalmente excluidas en el Poder Legislativo.
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Sin embargo, al menos hay dos puntos controversiales en la propuesta. El primero involucra a la comunidad LGBTTTI.
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Pese a que la inclusión y la tolerancia se ha ido extendiendo en los últimos años en la entidad, también es una realidad que un amplio sector de la población es de talante conservador, que ha mostrado su oposición a algunos puntos de la agenda gay.
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Ambos grupos se han enfrentado en el Congreso en cuestiones como el matrimonio igualitario, que fue aprobado.
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La iniciativa podrá desatar de nuevo la polémica. Y de nuevo, convertir al Congreso en un campo de gritos y consignas.
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La otra cuestión polémica es que la iniciativa pide inclusión de grupos excluidos en las candidaturas… de los partidos políticos.
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El problema es que los partidos políticos no se han caracterizado por representar las agendas de estos grupos. De hecho, las de ningún grupo que no sea la agenda propia.
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Si la iniciativa llegara a prosperar, no sería seguro que representaran a los grupos a los que pertenecen, sino a los partidos, como ha ocurrido siempre.
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En todo caso, la iniciativa de la CEDH podría despertar un saludable debate sobre los límites de la inclusión en la política potosina.
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El Ayuntamiento de la capital prepara el renacimiento de las multas impuestas a infractores detectados con radar.
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Parece que los medios tradicionales para controlar la velocidad en las calles no han funcionado, y se ha tenido que recurrir, de nuevo, al radar.
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El gesto es entendible, y los efectos de la negligencia de no pocos conductores se puede observar casi a diario.
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Sin embargo, siempre estará presente la sospecha de que la estrategia se convierta en una herramienta recaudatoria. Habrá que revisar, en los días subsecuentes a que se reactive la medida, si no se utiliza de manera incorrecta.
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¡HASTA MAÑANA!