Ratas bípedas vulneraron el edificio de Jardín Hidalgo 19 en el Congreso del Estado, en plena actividad legislativa y a la hora de una sesión plenaria. Mientras están presentes los diputados, hay un cuerpo de seguridad que regula los ingresos y salidas, según los protocolos generados después de una incursión de jóvenes manifestantes que causaron destrozos en el vestíbulo hace un lustro. Los vigilantes y la recepcionista de planta ya hasta conocen a los que entran y salen en horas y días sin sesión plenaria o en su caso, sin la presencia de los diputados de la Comisión Permanente. Cuando ingresa algún extraño, por lo general es cuestionado y su asunto procesado de inmediato.
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La persona que robó en el Congreso, es alguien que pasó el filtro de seguridad. Es obvio que si se trató de un robo aprovechando ausencias, el ladrón de mano fría no necesitaba entrar armado, sino que aprovechó la oportunidad para meterse a llevar lo que no es suyo. A los pasillos que tienen como desembocadura algunas áreas exclusivas de diputados, una antigua salita de prensa, el área de biblioteca y de coordinaciones de servicios parlamentarios, tienen acceso personas conocidas y, raras veces, alguno que otro colado. Es más, hasta hay puertas de vidrio que suelen quedar cerradas cuando las condiciones de seguridad así lo ameritan. Así ocurrió por ejemplo cuando vino el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional Salvador Cienfuegos Cepeda en 2014, con el fin de develar en el muro de honor el nombre del Ejército Mexicano, en el centenario de la Marcha de la Lealtad.
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Los protocolos existen. Lo que probablemente falló, es que en un descuido alguien se introdujo a las oficinas, o hasta pudiera tratarse de un consumado ladrón de mano fría, que se habría hecho pasar por cualquier otro personaje. La cosa es que a estas alturas, algún refuerzo deberá ser aplicado en el Congreso, para que no ronde Juan de las Cuerdas. Los sistemas de vigilancia son cada vez más precisos y hasta va mejorando el precio de las tecnologías. No se necesita tanto dinero, sino solo ingenio y capacidad de toma de decisiones.
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La fractura de la coalición Sigamos Haciendo Historia en San Luis Potosí, era un paso lógico después del proceso electoral 2024. La soberbia no es buena consejera y todo parece indicar que la noche de los sillazos no se olvida. De alguna forma, el partido que ganó la presidencia de la república con abrumadora mayoría de votos, demostró que puede ir solo al proceso electoral que iniciará en menos de tres años. La postura morenista de este jueves, no es sorpresiva, pero adelanta de alguna manera lo agresiva que se viene la campaña para ese año. El gallardismo tratará de sostener a quien con toda seguridad será su candidata y Morena va por lo suyo. Lo llamativo, es que si no avanza, la coalición que apoyó a Xóchitl Gálvez hará un papel marginal en aquella elección por la gubernatura, que será la intermedia del sexenio de Claudia Sheinbaum.
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Y es que la política es tan impredecible, que puede cambiar en cuestión de minutos. Para ejemplo se encuentra Estados Unidos, donde las preferencias electorales se definieron como en bolsa de valores cuando el candidato del partido republicano Donald Trump fue agredido a balazos por un joven, afortunadamente sin resultados fatales. El peor de los escenarios para el Partido Demócrata cambió también en unos cuantos minutos, cuando por fin y por su demostrada incapacidad mental, Joe Biden se retiró y dejó el lugar a Kamala Harris, quien en apenas doce días cambió bruscamente el escenario electoral, al recuperar los apoyos perdidos. Ese mano a mano se verá en 2027 en San Luis Potosí, si Morena consigue ganar la presencia que hasta ahora es marginal en el escenario electoral local.