Han pasado más de 13 años desde que San Luis Potosí vive los horrores de una inseguridad pública que parece imparable. El tamaño de la acción de la delincuencia se veía venir en tal magnitud desde que los hechos graves alcanzaron a jefes policiales.
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La inseguridad es producto de toda una cadena de orígenes, que incluyen una pugna cada vez más encarnizada entre grupos delincuenciales por la venta de drogas y armas, delincuentes comunes que ya sea por mañosos o por necesidad, roban a aquel del que ven que pueden extraer algún valor y grupos juveniles que en medio de su edad de rebeldía, luchan con otros por “su” territorio.
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De los delincuentes vienen desde la desaparición de bienes hasta personas no localizadas por años. Del primer caso, los asaltos ya son tan comunes y tan indiferentes a las horas del día, que algún ladrón puede incurrir en una conducta peligrosa, sin que importe si se encuentra a dos cuadras de la principal base de policía, o si se encuentra a la vista de todos los indiferentes testigos que no asisten a la víctima.
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Ahora, es fácil encontrar asaltantes en tiendas del sur de la ciudad. Al mismo tiempo en que ocurre un asalto en una tienda ubicada en las cercanías del Hospital Central “Ignacio Morones Prieto” o que dos hombres quitaron su camioneta a una persona en la calle Juan de Oñate, muy cerca de las instalaciones de Coparmex, ambos sucesos, a la vista de automovilistas y peatones.
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En ambos casos, los delincuentes tuvieron suerte de no ser encontrados en flagrancia por policías que de todos modos frecuentemente dicen que no pueden intervenir, como suele ocurrir con los policías a cargo de la vigilancia en las colonias Aeropuerto, Los Reyes, Industrial Aviación, Fovissste, Infonavit Manuel José Othón, Jacarandas y Retornos. Puede haber asaltos a negocios y estableciendo una breve comunicación los oficiales, sencillamente dicen que no es su papel intervenir.
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La inseguridad pública irrita a la sociedad, a pesar de que San Luis Potosí es uno de los territorios donde la delincuencia apenas se encuentra en etapa de crecimiento y especialización. Poco a poco va representando nuevos retos para quienes sí se preocupan por el combate a la inseguridad, y un motivo de otros delincuentes para curarse en salud.
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Ni las marchas ni manifestaciones ni plantones, serán efectivos si sólo se transforman en eventos en los que una autoridad escucha pero vuelve a las andadas, haciendo de sus políticas públicas una rutina que podría ser indicio de falta de iniciativa o preparación.
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¡HASTA MAÑANA!