Por primera vez, la Secretaría de Salud del estado anunció la posibilidad de recurrir al uso de la fuerza pública para evitar aglomeraciones de gente, para evitar contagios de la enfermedad que por primera vez se propaga al continente americano. Las acciones ejecutivas ya iniciaron y un centro deportivo fue el primer sitio clausurado por infringir la disposición de emergencia.
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Todavía este domingo los Tianguis reportaron grandes acumulaciones de gente y se escuchan en las calles voces de personas que no se toman en serio el problema, que no es de políticos ni de páginas de fake news. Se trata de una realidad que exige responsabilidad civil y hacer lo necesario para evitar la transmisión del virus del COVID-19 hacia los mayores de edad.
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A pesar de los esfuerzos de las autoridades de salud, todavía abunda la ciudadanía que se niega a informarse o se resiste a tomar en serio un problema que ya alcanzó niveles inimaginables en todo el planeta. Ni siquiera con los casos de los 99 sospechosos 16 confirmados 78 descartados y cinco en estudio. La postura de algunos preocupa, sobre todo si se considera que en la vida cotidiana abundan aquellos que dicen que no existe el virus, y son precisamente quienes con toda seguridad reprobarían un examen de comprensión lectora y del contexto social.
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Incluso, la reacción de los ciudadanos potosinos se ha visto muy lenta a decir de la muy escasa población que porta cubrebocas por ejemplo, y de una inmejorable oportunidad de negocio para acaparadores que comienzan a subir el precio del gel antibacterial o a terminar con la disponibilidad de materiales necesarios para prevenir el contagio de enfermedades respiratorias.
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Tan solo ahora, la delegación municipal de Pozos deberá rendir cuentas de la autorización de un baile con grupo musical y alta concentración de gente en el Rancho La Libertad, en pleno estado de emergencia y apenas a una semana de la suspensión de eventos masivos que por cierto no fue acatada por los organizadores del festival Vive Latino en la Ciudad de México, a pesar de las muy altas posibilidades de contagio de enfermedades. Los asistentes convivieron como es lógico, y por supuesto el baile involucró la proximidad corporal entre hombres y mujeres, sin importar el riesgo de contagio de alguna enfermedad peligrosa.
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El desarrollo del evento en la delegación municipal de Pozos, es muestra de que para algunos, hacer negocio es mucho más importante que el grave periodo de riesgo sanitario que se avecina. Es además una muestra de la negligencia con la que actúan las autoridades al dar luz verde a la concentración de personas, a la proximidad donde no les separa ni un milímetro.
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Los festejos bien pudieron esperar. Es cierto que organizar una fiesta cuesta dinero y el esfuerzo de aquellos que se encargan de que todo salga bien y sin incidentes. Sin embargo, es imposible hacer crecer a un virus a tal tamaño que entonces una persona lo vea y se entere de todo lo que significa el riesgo de mantenerlo vivo, infectando todo lo que encuentra a su paso.
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¡¡HASTA MAÑANA!!