Transparentar, es la única ruta Fila de 27 mil

En la revisión minuciosa de los gastos relacionados con la Secretaría de Salud, se encuentra un contrato por más de 2 millones de pesos que los reportes atribuyeron al gasto de la celebración de una fiesta prenavideña, de esas que coloquialmente se denominan “posadas”, como las originales celebraciones de recorrido de peregrinos, rezos, cantos, piñatas, confitería y fruta, que los abuelos y bisabuelos todavía vieron en sus casas. Obviamente, las “posadas” En referencia se refieren a una fiesta con motivo de la proximidad de la Navidad, con rifas y regalos.

Sin embargo, según la forma en la que surge el gasto del festejo, el reporte del pago de los recursos públicos únicamente recae en una casa productora de video y transmisión en vivo. A decir de las cantidades que suele cobrar un productor por un evento, las cantidades por pagar suelen ser menores. Si bien no hay detalles del contrato, lo importante es precisamente que la dependencia pública difunda en qué se gastó cada peso de aquel evento, por contratos probablemente celebrados por el área de adquisiciones, responsable de los procesos para requerir de bienes y servicios.

En la actualidad, la compañía mencionada en las erogaciones, también es responsable de la producción de las transmisiones en vivo de las ruedas de prensa reales pero a distancia, relacionadas con la pandemia del coronavirus COVID-19. Sus transmisiones no han parado desde el inicio de los mensajes públicos para difundir los detalles de la contingencia y las medidas de prevención. De esas transmisiones también surgen gastos. No sobraría la petición de que el ejercicio de los gastos sea transparente.

La ciudad de San Luis Potosí ha experimentado un crecimiento acelerado hasta el año 2018. La crisis inmobiliaria a la que se agregaron avances lentos en los proyectos de desarrollo urbano y de planeación territorial, y el colapso de las actividades económicas a partir de la declaratoria de pandemia de coronavirus COVID-19, pegó directamente en la construcción y en forma pareja detuvo toda actividad que pudiera oxigenar el flujo de dinero para pagar la compra de una casa o los créditos.

La primera que se colapsó fue la construcción de vivienda popular, a partir del anuncio del rediseño de la planeación urbana. Han pasado meses y por circunstancias atribuibles en principio a la burocracia y posteriormente a imprevistos como la pandemia, no hay forma de recabar datos para dar forma definitiva al uso del territorio y a la planeación de la movilidad. Las repercusiones del proceso para algunos inmobiliarios han sido catastróficas.

Peor aún, el tiempo de espera y todo el proceso de consulta social, acuerdo y diseño, y la crisis generada por la pandemia, mantienen al menos 27 mil matrimonios sin casa nueva, y  permanecen en fila esperando un lugar propio para formar su familia. Argumentos sobre el crecimiento urbano van y vienen. Surgen inconformidades y puntos de vista, ideas de uso territorial y proyectos y sueños de movilidad. Sin embargo la fila de espera parece interminable, como lo es la fecha en que pudiera estabilizarse la industria de la construcción.

Mientras, lo importante es que las instancias públicas busquen la manera de concluir las consultas tal y como se lleva por ejemplo el trabajo del sistema educativo, es decir la distancia, o con reuniones y asuntos físicos esporádicos y con estrictas medidas de seguridad sanitaria. Lo importante es que la autoridad ponga lo que se encuentre de su parte para concluir con los proyectos y crear en la normatividad que dé vigencia a los lineamientos para generar reservas territoriales y planear una ciudad ordenada y funcional.

¡HASTA MAÑANA!