Se anunció el cartel de artistas que conforman el Corona Capital en su edición del 2025 para deleite de la chavo-ruquiza. Bandas de la talla de Foo Fighters, Deftones, Garbage, Linkin Park y Weezer, quienes alcanzaron sus mayores glorias en la década de los 90´s y parte del inicio del nuevo milenio, encabezan el menú musical de este festival a llevarse a cabo en el mes de noviembre.
Si bien, hay bandas de nuevas generaciones como Half Alive, Grizzly Bear y Chapell Roan, es una realidad que el grueso del elenco que conforma esta edición del festival son bandas de la vieja guardia, entre ellos los escoceses Franz Ferdinand. Probablemente ver a esta banda en vivo sea la razón principal por la cuál no dudé en comprar mis entradas para el festival inmediatamente.
Tener la oportunidad de ver a Franz Ferdinand es algo imperdible. Vale la pena pagar los tickets para ser testigo del desempeño en el escenario de una agrupación cuya ejecución funciona como un engranaje perfecto. Franz Ferdinand es una aplanadora, es un reloj exacto y preciso. Franz Ferdinand es todo lo que una banda de rock debe de ser, es simple pero contundente. Meticulosa y cuidadosa de los matices pero agresiva a la vez.
La banda liderada por Alex Kapranos recién lanzó un álbum que decidieron titular "The Human Fear". Este disco tiene un mérito doble pues no solamente se trata de un gran trabajo musical, sino que ha decidido tomar la bandera de la salud mental, asunto que muchas veces dejamos pasar de largo sin darle la importancia debida. "The Human Fear" es un disco intenso y emocionante que fusiona post-punk con indie rock y muestra la evolución de una banda que es capaz de transformarse sin perder su esencia.
En palabras del mismo Alex Kapranos, este material discográfico es una carta de amor a la ansiedad. "The Human Fear" es un álbum terapéutico que explora las profundidades de la psique humana. Desde la oscuridad experimental de "Audacious", pasando por post-punk de "The Doctor" y canciones con el sello de la casa como "Cats", este es un álbum a considerar.
Hay que reconocer el debido valor y peso que la banda le ha dado al paso de los años encontrando un equilibrio perfecto entre nuevos sonidos y el inevitable paso de los años. El nuevo álbum muestra a una agrupación abierta a las nuevas corrientes musicales, pero que no tiene empacho alguno en aceptar y asumir el cansancio y el envejecimiento. La voz de Alex Kapranos se escucha, en momentos, agotada y rasposa. Una voz muy distinta a la del jovial Alex de 2004. La combinación de una voz que muestra las huellas del paso del tiempo en combinación con sonidos modernos dan como resultado un disco exquisito que busca pulcritud sin maquillar la imperfección.
Valdrá la pena cada centavo pagado por ver a estos escoceses dar cátedra de precisión musical sobre el escenario. Una carrera de dos décadas son respaldo suficiente para prestar atención a la última pincelada de una de las bandas de indie rock más importantes de todos los tiempos.
Kapranos y compañía están, sin duda, hechos de otra madera. Probablemente Franz Ferdinand junto con Jet son las últimas dos grandes bandas forjadas a la vieja usanza que pudimos disfrutar. Ambos con una alineación básica, con instrumentos de madera en las manos, apoyados con un ligero toque de distorsión. Ambos siguiendo el manual electroacústico escrito por Dylan y perfeccionado por los Stones y los Beatles. Ambos demostrando que aún resta mucho por decir, ambos presentes en nuestro país el próximo noviembre. Y eso es algo que bajo ninguna circunstancia debemos perdernos.