¿Para esto lo querían?

Si las cosas eran difíciles para el Hospital Central antes de que el Instituto de Salud para el Bienestar lo tomara en sus manos, el traspaso a la Federación ha sido para peor, sin duda.

Han pasado unos meses del traspaso del Central a la Federación, formalizado el 9 de abril pasado, pero antecede a esa operación un prolongado preámbulo de la ruina que significó la desaparición del Seguro Popular para el hospital público de mayor aprecio en San Luis.

Lo más grave no es que los directivos, médicos, enfermeras, paramédicos y personal de laboratorios padezcan carencias de materiales, medicamentos y equipos para hacer su trabajo. El costo mayor se lo lleva la población para la que el Central es su única posibilidad, la población más vulnerable. Entre pandemia y falta de recursos, hace año y medio no se practica un trasplante de riñón. Las cirugías de más alta especialidad están suspendidas. Y el tratamiento de fracturas se hizo lento.

Las cifras financieras no dejan mucho margen a duda el daño que la desaparición del Seguro Popular ha hecho, sin otro mecanismo que cubriera esta falta : de 2015 que entró la actual administración a 2017, el Hospital había logrado pasar del déficit presupuestal (-118.5 millones de pesos) a los números negros (34.3 mdp). 

El Seguro Popular era un esquema de subrogación para quienes no tenían seguridad social, los más desfavorecidos. El inscrito en este esquema de beneficio buscaba los servicios del Hospital Central y el Seguro Popular pagaba esa cobertura. Según los números publicados por el propio hospital en su apartado de transparencia, los ingresos por concepto de Ventas de Bienes y Servicios rebasaron los 600 millones de pesos en 2018, el año de toma de posesión del actual gobierno federal

Pongamos en grueso que el Hospital Central tiene un gasto de mil millones de pesos y las transferencias de recursos para que opere no rebasan los 450 millones de pesos, en su mejor época. Si no hay ingresos propios y se pierde el Seguro Popular que los genera, el hoyo financiero es enormemente claro. 

Además, el Hospital se puso a depurar la clientela en esos años. Remitió a usuarios que eran derechohabientes del IMSS y del ISSSTE a sus servicios de afiliación. Estos derechohabientes preferían el Central porque era más rápido para atender y era notorio un menor tiempo de espera para una cirugía, una fractura o un tratamiento. 

Si a la celeridad en resolver se le suma que el Central cumple una labor formativa en una veintena de especialidades para médicos de todo el país, el usuario acudía porque sabía que los maestros especialistas de San Luis están ahí y eso eleva la calidad de la atención. No era raro que derechohabientes reconocidos del IMSS o del ISSSTE se consiguieran una “referencia” o recomendación de la Secretaría de Salud, de algún diputado, de alcaldes más o menos poderosos o hasta del mismo Gobierno del Estado, para hacerse atender en el Central de gratis, como si se tratara de los más menesterosos de la tierra. El cargo era a final de cuentas para el hospital y ninguno de esos “referentes” y “recomendadores” se ocupaba de pagar. El diputado o mandamás quedaba bien y el costo lo llevaba el Central.

Con la depuración de falsos “vulnerables”, se dio una mejora en los ingresos, si bien los “referenciados” de Salud siguieron cayendo. El Hospital reclamaba un adeudo superior a 60 millones de pesos que nunca se cubrió. 

Para 2018, el año del gobierno de la 4T, el Central reportó un superávit de 84.4 millones de pesos, números negros necesarios para reequipamiento y mejoras. 

Pero el gobierno federal resolvió desaparecer el Seguro Popular y de un ingreso propio superior a los 600 millones de pesos en 2018, el Central se fue a menos de cien millones de recaudación propia y regresaron los números rojos a partir de 2019. El año pasado el déficit fue de 77.3 millones de pesos y para este año superará los 260 millones de pesos. 

Insabi anunció el propósito de equipar el nuevo edificio del Hospital Central por 840 millones de pesos y reconfigurarlo para que los servicios sean gratuitos, nada más que no tiene para cuándo meterle el dinero necesario y garantizar  que funcione día a día. Un paciente oncológico o un trasplantado no están para esperar meses, si bien les va, a que el Insabi genere el esquema para los medicamentos y materiales que requiere tratarlo. 

Lo más sentido, el abasto de medicamentos, es una pesadilla. Para tratamientos oncológicos, por ejemplo, el Central hacía las adquisiciones con recurso propio. Es norma que no hay licitación o proceso de compra que se haga sin el respaldo de los recursos disponibles. Entonces se ha recurrido a proveedores que daban más facilidades, pero no siempre tienen prácticas decentes. 

De norma, en todo el país los hospitales deben tener un laboratorio de farmacovigilancia que revise la calidad de los medicamentos que emplean. Es obligatorio este filtro para evitar falsificaciones, adulteraciones o manipulaciones. Este es un país donde la piratería reina con impunidad en una gran gama de productos; los medicamentos no son la excepción.

Ha sido el propio laboratorio de farmacovigilancia el que ha pedido la intervención de Coepris y extendido las alertas cuando un fármaco ha dado un color, humo u olor indebidos en las pruebas. El tema les ha saltado lo mismo en oncológicos que en antibióticos. La paradoja es que cuando uno de estos casos trasciende, se culpe al Central que dio la alarma y pidió la revisión de ese fármaco, lo aisló y presentó la denuncia. Retorcido y absurdo, pero así ha ocurrido.

 El tema ha sido la cereza de un pastel amargo para la comunidad médica del Hospital Central, a la que se señala como responsable de tropelías reales o supuestas y se deja de lado que problema de fondo de esta institución es otro: recursos suficientes para operar atender a la gente. No es sólo dinero, también decisiones adecuadas: ¿qué hace un tomógrafo nuevo asignado a un hospital donde lo encenderán si acaso tres veces por semana cuando en el Central estos estudios a diario se hacen por decenas?

Lo que menos necesita el hospital es que además de su miseria, se le use para linchamientos, demagogia desatinada y politiquería. Soluciones, es por lo que grita la escena de los improvisados “campamentos” de familiares de pacientes a un costado. No le toca al Hospital acogerlos, pero bien podrían las instituciones públicas de asistencia hacer algo.

A menos que de lo que se trate sea precisamente sacarle la vuelta al verdadero problema con cohetería de traca para sacar algún provecho. 

ROLLOS SUELTOS

¿DE GRÈS TRICOLOR? El tironeo por la presidencia de la Mesa Directiva del Congreso, ese cargo vistosón que deja para las minorías el sistema legislativo mexicano (las mayorías se quedan con las jucopos), dejó en trazos muy claros tres confirmaciones: la “correlación de debilidades” de la coalición “Sí por San Luis”, el escaso cuajo del priismo potosino que queda en cargos y la vocación de “oposición florero” que desplegará el otrora poderoso partidazo hegemónico.

SOLEDAD LABERÍNTICA. De la alianza electoral que el PRI no tiene intención alguna de traducir a “alianza legislativa”, al PAN le queda el PRD, que perdió el registro, y esa folclórica formación político-familiar que es Conciencia Popular. En lo que se defiende de multas y adeudos que le dejó la Gallardía, y busca la manera de sobrevivir sin prerrogativas locales, el PRD tendrá que hacer esfuerzos enormes en austeridad y no sería extraño que acabe con una mesita de venta de limonada y una silla plegable en la banqueta por toda oficina. Y Conciencia, bueno, el patriarca Vera fue desplazado de la eterna diputación dinástica por cuestiones de género; no se ve que vaya a mayores. El PAN se queda prácticamente solo.

UN VERBO LLORICA. “Transitar” es de unos años para acá un uso verbal frecuente en política: se aplica para negociar sobrevivencias desde el sótano. “Sólo déjame transitar”, suelen solicitar a quien representa una amenaza cuando ven tramos de riesgo para sus cargos o planes. Es un verbo de lloricas, de política protozoaria donde todo se reduce a seguir cobrando del erario hasta el fin de la lotería que les vino en el cargo. No quieren complicaciones. No va a cambiar nada. Quieren convencer de que no darán problemas.  Bueno, pues a “transitar” se van a dedicar los diputados locales priistas. No hay en la fracción priista de esta legislatura que comienza un solo perfil que se salga del discursito ese de la “oposición responsable”, traducible como “oposición barco” y de muy útil carácter ornamental. Fueron por las sobras de los tres años que vienen y prometen no salir muy caros. Ya los veremos con atención en cada voto que emitan en los plenos. A lo mejor su primera gala es aprobar aplicadamente un crédito “emergente” grande, muy grande.

 PASITO ATRÁS. Por cierto, curioso que la declaración conjunta del PRD y el PAN que se hizo pública ayer sobre la elección a la gubernatura en San Luis Potosí sólo la suscribieran las dirigencias nacionales. Es un pronunciamiento duro. “El Partido Verde Ecologista de México abanderó a un candidato que suma más de 15 denuncias que incluyen delincuencia organizada, enriquecimiento ilícito y uso de fondos de procedencia ilícita”, señalan. El motivo de ese texto es pedir que sea anulada la elección.  

MÁS PRESIÓN. Se acerca la fecha de cambio en el poder Ejecutivo, la presión y la incertidumbre escalan respecto de la resolución que el Tribunal de Justicia Electoral de la Federación dará a la denuncia de la oposición al gobernador electo, Ricardo Gallardo Cardona, lo que se esperaba para este lunes.

A SACAR RAJA. Y mientras la clase gobernante toda contiene la respiración esperando un fallo y se concreta el traspaso de gobierno, el inter ya es tierra de oportunidades para personajes que actúan rápido y ostentan pelajes muy variados, hasta de los más ásperos. Entre abogados, a manera de alerta, circula la grabación de una llamada que recibió un profesionista del derecho, para exigirle 60 mil pesos mensuales por concepto de “derecho de piso” y le anticipa que esa será “la cuota por los seis años que estaremos aquí”. El interlocutor es de un desparpajo que parece personaje de película tipo “La Ley de Herodes”. El abogado no aceptó el trato.


LA TIRA DE LAS NETAS 

MÁNEJESE CON CUIDADO: MILÉNICO Y FRÁGIL

Sin importar en qué profesión se meta un joven, el trabajo duro y las jornadas extenuantes son necesarias para aprender”. , .


Lloyd Blankfein, exdirector ejecutivo de, grupo de banca e inversión global Goldman Sachs, sobre la inestabilidad laboral de nuevas generaciones de banqueros que exigen más tiempo libre, vacaciones y fines de semana de dos días. Bloomberg (9/IX). 


CON LA VISTA SE COME

Soy un cliente muy agradecido porque sé lo duro que es ser cocinero. Ahora elijo restaurante viendo las fotos de los platos en internet, los comentarios ni los miro, y acierto el 99% de las veces”., .


Ferran Adrià, chef de élite y formador global de profesionales del fogón, respende a la pregunta sobre el terror que debe dar en el personal de cocina de los restaurantes a donde va como comensal. EPS (11/XI). 


PROFES PARA LARGO

Los que predijeron que la universidad presencial iba a desaparecer cometieron un error: ¡no hablaron con los estudiantes! Los estudiantes odian las clases digitales, quieren estar juntos, mezclarse, hablar…”., .


John Hennesy, presidente de Alphabet, la matriz de Google, creador de la arquitectura de “cerebro” que usan los ordenares y ex presidente de la Universidad de Stanford, sobre el reto educativo-laboral presente y futuro. XL Semanal (5-11/IX).