Un oftalmólogo para la UASLP

El médico Alejandro Zermeño Guerra ganó la elección para Rectoría de una forma que unas semanas antes parecía imposible. Aires distintos entraron por una ventana y consejeros que en otro tiempo habrían votado por el candidato que les indicaran, no estuvieron dispuestos a hacerlo. El hombre sí vio el cambio y mantuvo su aspiración hasta alcanzarla.

Pequeñas decisiones que hacen diferencias a futuro: antes de entrar a la sesión de Consejo Directivo Universitario que definiría la elección de rector para el periodo 2020-2024, el director de Medicina y candidato a la Rectoría de la UASLP encargó su teléfono y se dispuso a concentrarse en el evento.

Momentos antes de la sesión, once jóvenes universitarios se hicieron una foto en el Patio Central de la UASLP y la subieron a redes con un mensaje y una arenga triunfal a su candidata, la secretaria académica Dolores Lastras Martínez: “Elección Rectoría 2020. ¡Vamos Mtra. Lola!”. 

Semanas antes, el rector saliente tomó una decisión de la que nunca advirtió la medida de sus consecuencias: después de años de placear a su secretario general como sucesor, le informó que ya no lo era. Que se sumara a Dolores Lastras Martínez y punto. 

Tuvo mucho tiempo el rector Villar para cambiar a un candidato que desde el primer gesto advertido como “posible” sucesor no acabó de encajar entre consejeros maestros y algunos directores. No querían “otro arquitecto”, no les gustaba la expansiva caligrafía de su firma ni les daba confianza su nula propensión a la cháchara en cuanta mesa lo ponían, siempre metido en la pantalla de su teléfono móvil. El hombre del cargo más político en la UASLP no regalaba ni un comentario sobre el estado del tiempo. Su reserva fue interpretada muchas veces como un despectivo a media humanidad. En política si no eres al menos un poco simpático, es un negativo que cargar. 

Anuar Abraham Kasis Ariceaga trabajó sus boletos a la antigua usanza, como le dijeron que hiciera: disciplina de directores, aspiraciones de consejeros. Hacia afuera nada, aunque la obviedad lo gritara y lo confirmara cierta forma machacona de incluirlo en todas las reseñas oficiales de eventos del rector. En esa narrativa, el rector y su secretario general inauguraban, entregaban, felicitaban, gestionaban, supervisaban y presidían. Un guiño muy obvio de continuidad. Pero que nada más se moviera, que nada se dijera, que nada se ventilara. 

El director de Medicina, Alejandro Zermeño Guerra, abrió sus aspiraciones a un medio impreso a finales de octubre del año pasado. También al estilo más rancio de hacer política universitaria, la respuesta para el oftalmólogo fue un mal gestionado desdén, hacer como si ni existiera, o con una cierta etiqueta de “adelantado sin esperanza”, un “foolish” o un alienado fuera de la realidad. Que no eran “los tiempos”, al fin los tiempos también los controlaba la Rectoría.

Se apuntó públicamente también el director de Ciencias y Humanidades, Miguel Aguilar Robledo, un “outsider” entre los directores y un residente de la torre de marfil para su propia comunidad de maestros. De principio a fin del proceso, nunca contó más votos que el suyo propio y un prosélito en el Consejo Directivo. En segunda ronda, por lógica aritmética, parece que los cedió y tampoco ganó. 

Ya estaba la tradicional terna, con dos aspirantes abiertos y el oficial bajo capelo, confiados en que los votos que valen son los del Consejo Directivo. De alguna manera se descompuso algo y Anuar ya no era el sucesor. Se supone que Anuar debía poner sus votos trabajados a la cuenta de Dolores Lastras y bajar su candidatura, pero no lo hizo. Se registró a la elección pero ni siquiera se presentó: pelearía y si no alcanzaba, en segunda iría con Zermeño. 

Primera ronda y ninguno alcanzó la mitad más uno de 55 votos: 24 para el médico, 19 para Dolores, 10 para Anuar y 2 para Robledo. El doctor hizo una única llamada, desde un teléfono prestado, a su esposa.

Anuar Kasis intentó hablar con el médico; sólo pudo expresar a uno de los promotores de Zermeño, antes de la ronda final, que esperaba un buen trato, nada más. Un consejero maestro seguidor de Anuar, desde antes cantó que nunca votaría por Zermeño porque “pertenece a los conservadores” (¿?).

La votación del oftalmólogo se fue a 33, nueve votos más que en la primera, y Dolores Lastras se llevó 22, sólo otros tres más. Fin de la historia. 

El médico recuperó su teléfono móvil y se encontró con unos 300 mensajes de Whats app y unas 60 llamadas perdidas. De darle risa, desde luego que le da: registros con hora exacta de comentarios candongos, búsquedas desesperadas, propuestas indecorosas y tratos de humo a partir de la segunda ronda. Y todavía peor una vez pasada la ronda final, incluso en risible desafío a la aritmética más rudimentaria: si todos los que aseguran que votaron por él lo hubieran hecho, saca más votos de los que obtuvo.

Lo más bochornoso fueron los usos de los once representantes estudiantiles, primero para anunciar en foto su apoyo “corporativo” y borreguno a Dolores Lastras, y una vez perdida la apuesta, horas después, para mandarle en nombre de estos muchachos los saludos y felicitaciones debidos. “Quedamos al pendiente de su llamado, abrazo!!” (sic). 

El médico le respondió con la captura de pantalla de la foto de los once y su porra para la maestra Lastras. “Sí, eso fue en la primera ronda. En la segunda nos pidieron el apoyo para usted y respondimos”, repuso el remitente. 

Estudiantes universitarios que debieran ser la punta de lanza de transformación en la UASLP, usados como borregada para los trueques y negocia de prebendas de un porro viejo y angurriento de poder. 

El rector saliente buscó cuidar y controlar tanto su sucesión, que él mismo la enfiló al escenario que menos deseaba.  El costo político para él va a ser muy caro. No es que anticipemos revanchas o le sepamos planes vindicativos a su sucesor, que pudo serlo también en un escenario más transparente, abierto, dialogado y limpio si el maestro Villar se lo hubiera propuesto, si hubiera oído a sus propios directores y consejeros maestros, si hubiera leído con más apertura lo que se movía desde hace años en la propia institución. 

Ahora muchos expresan su deseo de cambios en la UASLP: los cambios ya empezaron antes de la elección misma de Zermeño, si no, no llega a la Rectoría. Él sí leyó el momento, por secretos de profesión, quizá. Sí la vio. Directores, consejeros maestros y alumnos que en otro tiempo hubieran votado “como uno solo” por quien les indicaran, ya no estuvieron dispuestos a seguir instrucciones. 

Lo que viene es un barrido en la propia estructura de mandos. Se supone que el voto fue por una “no continuidad” de personajes influyentes, prácticas y formas de hacer. En 80% de los cargos, más o menos. Y si los planes de continuidad se afectaron con un resultado que no se esperaba, mejor no le insistan en sacarlos a como dé lugar. Incluidas versiones de recategorizaciones fast track, de esas que a los profes de a pie les cuesta un largo proceso y mucha papelería conseguir. Y a los administrativos más. 

Si de algo está seguro el médico es que sin el móvil en el proceso de la elección, no dio un ápice de oportunidad a que le trataran de vender humo enlatado.

Tranquilamente, sin pasajeros de último momento, llegó a donde se proponía.

Rollos Sueltos

INFECCIÓN FINANCIERA. Tiempos de pandemia, tiempos de gastos imprevistos y poco de dónde echar mano para los gobiernos locales. El presupuesto estatal ya se descuadró y todavía falta por resolver. Con diputados del PRI y el PAN ya se conversó el tema: se harán todos los ajustes posibles, pero si no es suficiente, habrá que echar mano de deuda.

NO ALCANZA. El secretario de Finanzas tenía el viernes a su equipo con proyector y muchas cifras. La cobija presupuestada para cubrir los gastos de este año va acabar en servilleta tortillera. Había que equipar con urgencia el Hospital de Soledad. Había que comprar 16 mil pruebas COVID de laboratorio porque el Gobierno Federal bien generoso envió 200 a cada estado. Se compraron cubrebocas, batas, guantes, caretas, sanitizantes, respiradores, equipos, camas. Finanzas adelantó a Salud 320 millones de pesos. Además, pelear las compras en un mercado internacional que sólo reconoce quién paga más, porque la emergencia global se lo permite. 

DE DÓNDE. Hay ya un plan de austeridad. Recortes en donde se pueda. Hay además un planteamiento complicado que no puede ser posible sin el acuerdo sindical: no aumento salarial este año, que las fechas de negociación ya están en puerta. Con todo eso, Finanzas calcula conseguir entre 700 y 800 millones de pesos para atender la pandemia no presupuestada ni imaginada. 

CAÍDA DE INGRESOS. Finanzas también prevé menor recaudación por el paro y los apoyos anunciados a las PYMES, de descuento en impuesto a nómina. Hasta una menor comercialización de tomate de los invernaderos paraestatales, por la depresión en el mercado norteamericano y antes el arancel que ya retiraron los gringos, también pegó. 

LO PEOR NO LLEGA AÚN. ¿De cuánto es el “hoyo financiero” por la pandemia? No se sabe todavía. Eso depende de cómo se dé en San Luis el “pico” de contagios y casos graves. Si hay más enfermos y necesidades de atención en hospitales, la cuenta se va a disparar más. Eso sin contar el efecto en la recaudación por una economía colapsada, el mazazo al empleo y la urgente atención alimentaria a sectores muy vulnerables que han perdido todo. 

ALCALDES, SOLOS. Y si el Gobierno del Estado sufre con la infección presupuestal por coronavirus, las alcaldías no lo llevan mejor. Xavier Nava Palacios participó el miércoles en una sala virtual moderada por Sergio Aguayo, denominada “La soledad de los municipios y el coronavirus”. El tema seguridad es desalentador. Nava reconoció que la informalidad ha sido más renuente porque en la calle está su sustento diario. 

¿CERRAR EL PUEBLO? Como les da la entendedera a cada uno, los presidentes municipales se saben responsables de lo que la pandemia deje en sus localidades. El de Santa María, Israel Reyna, optó por cerrar el único acceso. Circula una grabación en la que pone a bajar de un burro a tres policías por descuidar una gasolinera por la que se les “cuelan” foráneos. Los que tengan casa de fin de semana, que se regresen a San Luis, es la orden. Suena excesivo, a lo mejor hasta tipo San Garabato el de “Los Supermachos”, pero en Barcelona y Madrid las policías hicieron lo mismo: nada de irse a pasar la cuarentena a casas de descanso. 

LA “APORTACIÓN”.  Bueno, el Insabi envió a cada estado su dotación de cubrebocas chafas y batas sanitarias trasparentes como lencería kinky. Insabi no las compró: son parte de un decomiso de mercancía china y se les ocurrió “quedar bien” entregando esa basura. Los gobernadores panistas y el de Baja California brincaron. Aquí, se ordenó guardar las cajas por ahí, como esos regalos cocoliches que da penilla rechazar. Obvio, no siven para nada.