Ante una media entrada en la Plaza de Toros La Monumental-El Paseo Fermín Rivera, se llevó a cabo la esperada Encerrona del matador potosino Fermín Rivera, quien se enfrentó a seis toros de la ganadería de casa, en una noche marcada por la entrega, la técnica y la emoción del público.
El festejo inició con “Vocación”, un cárdeno entrepelado al que Rivera dejó dos pinchazos y una estocada entera desprendida. A pesar de la ejecución irregular, el primero de la noche fue despedido con aplausos.
El segundo turno llegó con “Pasión”, berrendo, ejemplar al que el matador toreó con gran expresión. Sin embargo, se repitió la historia del primero: dos pinchazos y una estocada desprendida, cerrando con aplausos y un aviso.
El tercer toro, “Afición”, cárdeno, dejó poco lucimiento en el capote y la faena no terminó de tomar forma, resultando en un silencio durante su arrastre.
La función tomó fuerza con el cuarto del encierro, “Legado”, negro, considerado uno de los mejores de la jornada. Aunque nada destacó de salida con el capote, Rivera firmó una faena variada y profunda con la muleta, toreando por ambos lados. Tras un pinchazo y una estocada de tres cuartos, el juez otorgó una oreja.
El quinto astado, “Arte Efímero”, inspiró una actuación vibrante desde el inicio con verónicas de rodillas, verónicas clásicas y chicuelinas. Con la muleta, la faena fue de gran voluntad y esfuerzo, logrando que el toro acudiera con insistencia. La estocada entera tardó en hacer efecto y llegó un aviso; aun así, ante la petición del público, se concedió una oreja.
El sexto de la noche, “Ilusión”, motivó otra faena de entrega, iniciada con un farol de rodillas y verónicas templadas. Ya con la muleta, Rivera construyó pases de mérito, pero la suerte suprema dejó un pinchazo hondo y un golpe de descabello, lo que llevó al anuncio de un toro de regalo.
El cierre llegó con “Dinastía”, toro de regalo con el que Fermín Rivera firmó la mejor faena de la noche, plena de temple, profundidad y conexión con el tendido. Una gran estocada coronó su actuación, recibiendo dos merecidas orejas.
Con este triunfo, Fermín Rivera salió a hombros, celebrando de manera magistral su 20 aniversario como matador de toros, dejando una noche para el recuerdo en su plaza y ante su afición.