Atlético y Barcelona sellan pase a octavos en Champions League

Los colchoneros resucitaron en el segundo tiempo gracias a Julián Álvarez

En un partido loco en el que llegó a ir perdiendo por 3-1 y 4-2, el Barcelona selló este martes el pase directo a los octavos de final de la Liga de Campeones al ganar por 4-5 al Benfica en Lisboa gracias a un gol en el minuto 96 de Raphinha.

El primer gol fue madrugador, en el minuto 2 y fue marcado por Vangelis Pavlidis, que remató a bocajarro un centro desde la izquierda del lateral español Álvaro Carreras.

Poco después, en el 5, el noruego Fredrik Aursnes fallaba por poco un tiro a la portería de Wojciech Szczesny tras una asistencia de Carreras después de robarle el balón a Lamine Yamal.

La primera oportunidad del Barcelona llegó en el 9, cuando a Robert Lewandowski se le fue un disparo desde la derecha del área por encima de los palos, tras una asistencia de Pedri.

El Barcelona se rehízo del gol del Benfica y logró el empate con un penalti de Lewandowski, tras una falta de Tomás Aráujo sobre Balde, que tuvo que ser confirmada por el VAR.

El equipo de Hansi Flick aumentó la presión y comenzó a crear oportunidades e hizo trabajar al portero benfiquista, Anatoliy Trubin.

Sin embargo, fue Pavlidis el que hizo su segundo gol de la noche tras quedarse solo en la portería de Barça en el 22, mientras que en el 29 el griego redondeó su triplete con un penalti después de una falta de Szczesny al punta izquierdo del Benfica Kerem Aktürkoglu.

Era la primera vez en 'Champions' que un jugador del equipo contrario hacía un triplete en los primeros treinta minutos en un partido contra el Barcelona.

En la segunda parte, la primera oportunidad clara para el Barcelona se produjo en el 57 con un tiro de Lamine Yamal desde el centro del área que pasó por encima del larguero, pero el 3-2 no llegó hasta el 64 gracias a un remate de Raphinha, que acortó distancias.

Sin embargo, Tomás Aráujo le aguó la fiesta la fiesta a los azulgranas con el cuarto tanto para las 'águilas', este en propia meta, después de un centro de Schjelderup.

El partido entrñó en la fase más loca y los azulgranas lograron acortar de nuevo distancias en el 77 con un penalti marcado de nuevo por Lewandowski tras una falta de Carreras a Lamine Yamal, y en el 84 conseguían el 4-4 gracias a un cabezazo de Eric García tras un pase de Pedri.

En la locura generalizada, el partido se decidió en el descuento con un gol de Raphinha con un disparo raso y fuerte a la izquierda del portero.

Con este triunfo, el Barça pasa directo a octavos de la 'Champions' con una semana de antelación, ya que en la última jornada reciben en casa al Atalanta de Bérgamo italiano.

Apoteosis de Julián Alvarez y el Atlético

En inferioridad numérica desde el minuto 24, por detrás en el marcador al borde del descanso, arrinconado toda la primera parte, el Atlético de Madrid resucitó en el segundo tiempo, épico, irreductible, increíble, con dos goles de Julián Alvarez, el definitivo 2-1 en el minuto 89, para una remontada apoteósica en la Liga de Campeones ante el Bayer Leverkusen.

Un ejercicio de ambición ingobernable, una rebelión que lo levantó de la lona cuando estaba noqueado, cuando el 0-1 al borde del descanso del ecuatoriano Piero Hincapié -después expulsado a un cuarto de hora del final- y la temprana roja directa a Pablo Barrios auguraban un destino sombrío para el Atlético, que suma 15 puntos, se acerca al 'top 8' y derriba la racha de once victorias consecutivas del equipo alemán, devorado por la responsabilidad.

La expulsión de Barrios lo marcó casi todo. No midió la altura de su entrada, con la plancha al gemelo derecho de Mukiele, cuando surgía desde su terreno hacia el enésimo contragolpe, vertiginoso como se desplegó siempre el explosivo conjunto alemán. Davide Massa, el árbitro, enseñó la tarjeta amarilla. La posterior llamada del VAR le alertó de que era para más. Desde el monitor, determinó la expulsión. Era el minuto 24.

El panorama era descorazonador. Por todo lo que había soportado el Atlético y por todo lo que quedaba. La inferioridad numérica era un peso ya inaguantable en un partido de este calibre, con tamaño rival, como si la derrota fuera una simple cuestión de tiempo, del momento en que el Bayer Leverkusen fuera capaz de anotar el 0-1.

Lo logró Hincapié al borde del descanso, indetectable en el segundo palo en el centro de Mukiele, certero en el remate cruzado con el que batió a Jan Oblak, con el que quedó en silencio el Metropolitano, que entendió la dificultad del duelo, el destino tan complejo cuando encaras en tal inferioridad a un equipo como el Bayer Leverkusen.

Muchos habrían dado el partido por perdido, entregados a una realidad tan evidente. Nunca el Atlético. No se lo permite el gen extremadamente competitivo y ganador de su entrenador, Diego Simeone. Ni su historia. Ni sus jugadores. Ni su ambición. Ni su afición. Ni la situación clasificatoria en la que quedaba. La fe movió al Atlético a la rebelión. Al empate.

Del vestuario salió un Atlético preparado para la revolución del encuentro. Su rugido fue el gol de Julián Álvarez. Un fenomenal pase largo de Griezmann, un gran desmarque y una pugna a la carrera con Jonathan Tah hacia la portería de Kovar que ganó el atacante argentino por determinación, también por astucia, por la convicción que expresó en cada zancada, más aún cuando el central se lió con un remate fatal. 'La Araña' culminó el 1-1.

Vital el gol, apoteósica la celebración, el Atlético gritó al Leverkusen que para ganar en el Metropolitano hace falta mucho más que un gol, una expulsión y una muy buena primera media hora. En los "pasos adelante" que proclamó Xabi Alonso que necesita su equipo cuando atendió a la prensa en la víspera, saber competir en duelos de tan altura, con tanto a favor, con tanta responsabilidad y presión, es esencial. La 'Champions' no perdona.

El Bayer Leverkusen ya no pareció jugar con uno más, tras el 1-1. Ni siquiera fue mejor que el Atlético, enfervorecido cuando Florian Wirtz, ya con una amarilla, cortó un contragolpe de Álvarez. No lo vio para una segunda tarjeta el colegiado. Superado por la reacción del equipo rojiblanco, el bloque alemán tembló. Xabi Alonso cabeceaba, incrédulo.

No entendía nada de su equipo, atacada por el Atlético, con diez. Aún más después, cuando la cantidad de futbolistas sobre el terreno se reequilibró. Hincapié, el goleador, amonestado al borde del descanso, fue expulsado en el 76, cuando lo desbordó Giuliano y no le quedó otra que derribarlo antes de irrumpir en el área. Diez contra diez. Un cuarto de hora.

Y el Atlético jugó a ganar. Lo apostó todo, multiplicado Reinildo para parar cada contragolpe, líder De Paul en la creación, insistentes Giuliano, Griezmann, Julián, girado a la grada Simeone para disparar los decibelios de la grada, el equipo rojiblanco rebuscó un triunfo aparentemente imposible una hora antes para muchos conjuntos, no para este grupo de Simeone, ganador apoteósico con el 2-1 de 'La Araña'.