Erislandy Álvarez y Arlén López en el torneo olímpico de boxeo

Emociones y sorpresas en las semifinales de peso ligero

VILLEPINTE, Francia (AP) — Arriba en las tarjetas y con la final a la vista, Erislandy Álvarez tenía la oportunidad de cuidar la ventaja y evitarse apuros. Eso nunca fue una opción. El cubano mantuvo, e incluso incrementó, el castigo y, de paso, se anotó algunos puntos por estilo.

"Siempre quiero tener limpieza arriba del ring, A uno le dicen, ´no, no arriesgues´, pero a mi me gusta dejarlo limpio, que sea unánime, el 5-0 para mi es lo más lindo que hay", señaló.

Y eso fue lo que obtuvo. Álvarez se clasificó el domingo a la final de peso ligero en el torneo olímpico al desmantelar a lo largo de tres asaltos al georgiano Lasha Guruli para fijar una cita el próximo jueves ante el francés Sofiane Oumiha.

Inmediatamente después de que le levantaron el puño a Álvarez, su compatriota y bicampeón olímpico Arlén López subió al cuadrilátero para defender su reinado. En una cruenta pelea repleta de castigo, el oriundo de Guantánamo cayó 3-2 ante el ucraniano Oleksandr Khyzhniak, quien convenció a los cinco jueces en el tercer round para poner fin al legado del antillano.

Álvarez intenta construir su propia historia, con sacrificio y un poco de estilo.

"Me fio mucho de lo que dice la esquina, me dice ´goza, diviértete´ y ya es cuando uno emplea el swag arriba del ring", señaló. "Ya no tengo presión, como lo prometía, ya hoy venimos a gozar, a bailar, que es lo que hacemos los cubanos".

Lo hizo el domingo y tiene planeado hacerlo nuevamente el jueves cuando se mida con Oumiha en un combate que, además de oro, tiene sabor a revancha.

"Estuvimos en una final en Uzbekistan en los 60 kilogramos y el tuvo su gran victoria 3-2, pero eso fue en 60 kilogramos, eso fue hace un año", señaló. "Ahora estamos en los Juegos Olímpicos que es la cosa más grande. Es su patio, pero no me concentro en las gradas o el público".

Álvarez, quien sigue sin tener puntos en contra en el marcador final luego de cuatro combates en París, deja escapar la humildad por un segundo. "Huelo a campeón", afirma, al tiempo que dedica su actuación a Dios.

"Dios está conmigo, sabiendo que tuve mucho sacrificio, mucho sudor y mucho llanto en cada entrenamiento, cada sparring cada preparación, afirmó. "Gracias a Dios estamos en la final que nos prometimos".

Ahora le toca a él hacer el trabajo para colgarse el oro, "Con el corazón, las pelotas y la cabeza".

López no tendrá esa oportunidad. Campeón en los 75 kilogramos en Río y de los 81 en Tokio, tendrá que conformarse con el bronce parisino. Después de perder el primer asalto en cuatro de cinco tarjetas, el ucraniano de 29 años eliminó distancias en el segundo round y definió en el tercero. Ahora está en su segunda final consecutiva en una justa olímpica.

Al anunciarse el resultado, López se desplomó de rodillas, permaneció unos instantes cubriéndose el rostro en el centro del encordado y finalmente descendió, con el rostro desencajado de tristeza y frustración. No dio declaraciones a la prensa.