PINEHURST, Carolina del Norte, EE.UU. (AP) — Este no es el mismo Pinehurst No. 2 que Tiger Woods vio hace 19 años cuando terminó en el segundo lugar del Abierto de Estados Unidos, la última vez que pisó este campo.
Tampoco es el mismo Tiger Woods.
Woods nunca había pasado tanto tiempo sin visitar el campo de un major en el que había jugado anteriormente. Llegó el martes pasado para darle un primer vistazo y volvió el fin de semana para acoplarse a un campo que se sometió a una amplia restauración, que se vio primero en el Abierto de Estados Unidos 2014. Woods se perdió ese torneo mientras se recuperaba de su primera serie de cuatro cirugías de espalda.
Lo que no ha cambiado es la naturaleza del US Open.
"Este campo de golf pondrá a prueba cada aspecto de tu juego, especialmente mentalmente. Sólo la disciplina mental que se necesita para jugar en este campo en especial. Tomará mucho", indicó el martes tras su tercer día consecutivo jugando nueve hoyos.
Este será su primer US Open desde la cita en Winged Foot en 2020.
Ha practicado. Pero Woods ya no juega tanto, esto debido a que su cuerpo de 48 años, maltrecho por las lesiones —cinco cirugías de espalda, cuatro de rodilla y todo eso antes del accidente automovilístico en Los Ángeles en febrero de 2021, y que le causó fracturas en la pierna y tobillo derecho.
Este es apenas su décimo torneo desde el accidente y es la primera vez desde 2020 que disputa tres major consecutivos. Entonces sólo es cuestión de tener más repeticiones, más competencias, pero sin tener un cuerpo que lo apoye.
¿Qué esperar esta semana?
"Siento que tengo la fortaleza para hacerlo", admitió. "Es cuestión de hacerlo".
Woods pasó el martes por la mañana con Max Homa y Min Woo Lee, junto a su hijo Charlie de 15 años. Más que un espectador, Woods asegura que Charlie conoce su juego mejor que nadie y es un extra par de ojos.
"Confío en él en cuanto a mi swing y mi juego. Es la persona que más lo ha visto en el mundo. Es quien más me ha visto impactar pelotas de golf", dijo Woods.