CIUDAD DE MÉXICO, julio 12 (EL UNIVERSAL).- "Yo no voy a regresar a México diciendo que no pude" fue la frase que Ana Gabriela Guevara le dijo a su entrenador previo a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, porque ella tenía claro que "era ir a recoger mi medalla" aún cuando físicamente no estaba al cien por ciento.
La velocista mexicana recordó en exclusiva a EL UNIVERSAL Deportes que esa justa veraniega "fue satisfactoria, porque aprendí mucho como deportista y me ayudó a calibrarme mucho como persona", ya que la vida le presentó la prueba más difícil de su carrera, una lesión en el tendón de Aquiles a tan sólo unos meses que acudir a la capital de Grecia.
"El haber vivido tres años previos muy pletóricos, un cuento perfecto de viajar, competir y triunfar, luego en el preámbulo llega la lesión fue enfrentarme a una competencia conmigo misma porque era entrenar con el dolor", rememoró la originaria de Nogales, Sonora.
Guevara Espinoza contó que cuando supo el diagnóstico "trataba de minimizarlo, de ser optimista, pensaba que se iba a resolver (rápido) e íbamos a tener una recuperación que me salvara, pero fue todo lo contrario, no había una solución y médicamente tampoco podía ingerir cosas de más por los controles de doping".
A 100 días de iniciar los Juegos Olímpicos llegó el momento de tomar la decisión "prepararse o abandonar el sueño" su entrenador se lo dejó claro "si no se entrena, no hay final y no hay medalla" palabras que no olvida Ana y afirmó que "eso prendió los focos rojos en mí, ¿Cómo que no hay final y no hay medalla? entonces fue incrementar la carga, intensidad y enfrentarme al dolor".
Así llegó el 24 de agosto de 2004, la velocista tricolor saltó a la pista en la prueba de los 400 metros planos sabiendo que "el país esperaba un mental en mí" y no defraudó.
Ana Gabriela escuchó el disparo de salida y tras 49.56 segundos finalizó la carrera sólo por detrás de la bahameña Tonique Williams, que tuvo un tiempo de 49.41 segundos, para subir al podio olímpico y recibir la medalla de plata con lágrimas en su rostro.
"Sólo me decía ¿Qué hice? Hace unos meses estaba perdido todo", hoy, casi 20 años después Guevara Espinoza tiene una respuesta a esa pregunta "Hice historia, provoqué un legado personal y para México".