Acuerdo Comercial UE-Mercosur y su Impacto en la Agricultura Europea

Impacto del acuerdo en agricultores y protestas

PARÍS (AP) — Después de más de 20 años de negociaciones, la Unión Europea formada por 27 naciones y el Mercosur —un bloque comercial sudamericano integrado por Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia— aún intentan finalizar un importante acuerdo comercial que causa protestas de los agricultores europeos.

En 2019 se anunció un borrador del trato, pero los desacuerdos sobre cuestiones ambientales, económicas y políticas retrasan su aprobación final.

A continuación, un vistazo al acuerdo, por qué importa y los desafíos que enfrenta:

¿De qué trata el acuerdo?

Su objetivo es crear una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo, que abarca a más de 700 millones de personas y casi el 25% del PIB mundial. Al igual que el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, su objetivo es reducir los aranceles y las barreras comerciales, lo que facilita que las empresas de ambos lados exporten bienes.

Para la UE, el acuerdo significaría aranceles más bajos para productos como automóviles, maquinaria y productos químicos. Los países del Mercosur se beneficiarían de un mejor acceso a los mercados de la UE para las exportaciones agrícolas como el azúcar y la carne de res y de aves de corral. Las negociaciones comenzaron en 1999 y en 2019 se alcanzó un acuerdo inicial, pero sigue sin ratificarse debido a una fuerte oposición, en particular de Francia.

¿Por qué algunos agricultores se oponen al acuerdo?

Los agricultores europeos, especialmente de Francia, temen que una afluencia de productos sudamericanos sature sus mercados y socave la agricultura local.

Un año después de un movimiento masivo de protesta de los agricultores europeos, ha estallado otra ronda de protestas en todo el continente, y muchos afirman que los aranceles reducidos y las cuotas libres de impuestos para los productos sudamericanos podrían ser fatales para ellos.

Por ejemplo, 99.000 toneladas de carne de res enfrentarían un arancel reducido de solo el 7,5%, mientras que 180.000 toneladas de carne de aves de corral entrarían libres de impuestos. Según la Comisión Europea, esto representa menos del 2% del consumo anual de carne de res de la UE.

Los ganaderos sostienen que no pueden competir con los productores sudamericanos, los cuales se benefician de costos laborales más bajos, granjas más grandes y regulaciones menos estrictas sobre prácticas como el uso de hormonas de crecimiento en comparación con los estándares de la UE.

En octubre, una auditoría de la Comisión Europea concluyó que Brasil, el mayor exportador mundial de carne vacuna, no puede garantizar que sus exportaciones a la UE estén libres de la hormona de crecimiento "estradiol 17-ß", prohibida en Europa desde hace décadas.

¿Quién lo apoya?

Alemania, España, Italia y Portugal se encuentran entre los países de la UE que presionan para que el acuerdo se finalice antes de fin de año. Alemania, en particular, considera al Mercosur como un mercado clave para sus fabricantes de automóviles.

En Sudamérica, líderes como el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ven el acuerdo como un impulso para el comercio regional y el crecimiento económico. Países como Uruguay y Paraguay también apoyan el acuerdo, con la esperanza de diversificar sus socios comerciales y reducir su dependencia de China. El presidente argentino Javier Milei también lo ha respaldado, lo que es un cambio respecto del escepticismo de su predecesor.

El acuerdo igualmente cuenta con el apoyo de las industrias en ambas regiones. Los fabricantes de automóviles y las compañías farmacéuticas europeas lo ven como una forma de acceder a los mercados en crecimiento del Mercosur.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, también ha expresado un fuerte apoyo y lo ha calificado como "un acuerdo de gran importancia económica y estratégica", a pesar de la oposición de ciertos estados miembros de la UE.

¿Quiénes se oponen?

Francia, con el mayor sector agrícola de Europa, ha encabezado la oposición dentro de la UE, junto con Polonia, Austria y Holanda. Emmanuel Macron, el presidente francés, ha pedido estándares ambientales y laborales más estrictos y declarado que "Francia no firmaría el acuerdo tal como está".

Francia también ha solicitado que la Comisión Europea renegocie el texto, y particularmente que incorpore "cláusulas espejo" que impondrían estándares idénticos a los productos comercializados entre los dos bloques. No obstante, la capacidad de Francia para bloquear el acuerdo es limitada, ya que las conversaciones comerciales son competencia de la Comisión Europea, que negocia en nombre de los 27 estados miembros.

Grupos ambientalistas, entre ellos Greenpeace, también han criticado el acuerdo, y han advertido que podría acelerar la deforestación en la Amazonía y causar un aumento en el uso de pesticidas nocivos.

¿Qué sigue?

La cumbre del Mercosur, el 5 y 6 de diciembre en Uruguay, podría ser un momento clave. Sin embargo, incluso si se firmara el acuerdo, este debe ser ratificado por los 27 estados miembros de la UE, el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales de todos los estados miembros antes de entrar en vigor.

Esto daría a Francia la oportunidad de vetarlo.

Para acelerar y facilitar su aprobación, la Comisión Europea considera dividir el acuerdo en dos partes: un acuerdo de cooperación más amplio y un acuerdo centrado en el comercio. Este último solo requeriría una mayoría de votos según las normas de la UE, lo que evitaría la necesidad de una aprobación unánime.

Bajo este plan, Francia perdería su poder de veto a menos que pueda reunir suficiente apoyo para formar una minoría que lo bloquee. Si bien países como Polonia y Austria han planteado objeciones, su influencia combinada no alcanza el umbral necesario para detener el acuerdo.