Cinco años después de su firma, un criticado acuerdo entre la Unión Europea y Turquía pensado para impedir el ingreso de migrantes a Grecia ya no funciona, pero los europeos insisten en que les dio buenos resultados y planean renovarlo. No solo eso, se proponen firmar pactos similares con naciones del norte de África.
Surgieron indicios de que Bruselas y Ankara van a renovar el acuerdo con algunas modificaciones. El pacto redujo significativamente el flujo de migrantes a las islas griegas.
"Considero que debe seguir siendo implementado y debe ser un marco de referencia clave para la cooperación en el tema migratorio", expresó el jefe de la política exterior europea Josep Borrell el lunes, una semana antes de presentar un informe sobre las relaciones entre la UE y Turquía.
Para Borrell, el acuerdo salvó vidas, frenó casi totalmente el tráfico de personas hacia las islas de Lesbos y Samos en el mar Egeo y mejoró las circunstancias de los refugiados en Turquía. Activistas que defienden la causa de los migrantes, sin embargo, dicen que creó verdaderas prisiones al aire libre en las que miles de personas languidecen en condiciones miserables, mientras que a otros se les bloquea el paso en Turquía.
Eve Geddie, directora de la oficina de Amnistía Internacional en la UE, dijo que, después de cinco años de aplicación del acuerdo, "15.000 mujeres, hombres y niños están atrapados en campamentos desbordados". Agregó que el pacto desnuda la disposición de la UE a sellar acuerdos "basados puramente en la conveniencia política, sin prestar mayor atención al inevitable costo humano".
Imogen Sudbery, del Comité de Rescate Internacional, dice que esto desató una emergencia de salud mental.
"Está claro que pasar el control de la inmigración a la UE a países ajenos a la UE no es una solución humana, sustentable ni posible", manifestó.
El acuerdo fue firmado en medio de un estado de pánico por la llegada de un millón de personas a Europa en el 2015, incluidos numerosos sirios e iraquíes que les escapaban a los conflictos armados en sus países. La ola inmigratoria causó una de las crisis políticas más grandes que ha enfrentado la UE y los países discutieron entre sí acerca de cómo manejar el tema.
El acuerdo reservó 6.000 millones de euros (7.100 millones de dólares) en asistencia para los refugiados sirios en Turquía, levantó el requisito de visa para los turcos que viajan a la UE y ofreció una tramitación rápida de la solicitud de Turquía de ingreso a la UE a cambio de que los turcos frenen el flujo de migrantes hacia Grecia.
En el marco del acuerdo, por cada migrante que Turquía recibiese de las islas griegas, la UE admitiría un sirio anclado en territorio turco. Desde marzo del 2016, según cifras de la UE, Turquía recibió 2.140 personas, a las que se sumaron 601 que llegaron bajo el acuerdo con Grecia, y la UE reubicó a 28.621 migrantes.
El impacto del acuerdo fue inmediato. Los arribos a Turquía se desplomaron en los dos años siguientes, pero las disputas entre las naciones de la UE continúan.
El acuerdo en sí dejó de regir hace un año, al estallar la pandemia del coronavirus, y luego de que Turquía, molesta por la falta de apoyo de la UE a su invasión del norte de Siria, aprobó la partida de miles de migrantes, dando lugar a disturbios en la frontera con Grecia.
Más de 3.000 personas que estaban en Grecia se instalaron en 13 naciones europeas desde abril. Nadie fue enviado a Turquía.
Pero el dinero sigue llegando. De hecho, la UE hace poco prorrogó dos programas para refugiados sirios en Turquía, por un monto de casi 500 millones de euros (600 millones de dólares). Si bien el dinero no va al gobierno, de todos modos beneficiará a la economía turca.
El tema de las visas y la admisión en la UE quedó en el aire y difícilmente esas propuestas se hagan realidad.
El ministro de relaciones exteriores turco Mevlut Cavusoglu dijo que los problemas eran "políticos".
"Turquía cumplió con todas sus obligaciones desde el 2016", expresó, pare exhortar luego a los europeos a que renueven y mejoren el arreglo, incluyendo ayuda a los refugiados dispuestos a volver a Siria.
La UE, sin embargo, no considera a Siria un país seguro, al que se puede enviar refugiados. Pero Turquía es hoy vital para los intereses europeos. Desempeña papeles importantes en Siria y Libia —otro país del que salen muchos migrantes— y es un participante clave en las conversaciones en torno a Chipre a reanudarse el mes que viene.
A pesar de los tropiezos, los ministros de relaciones exteriores y del interior de la UE analizaron esta semana formas de mejorar las "sociedades" con naciones de origen o tránsito de migrantes, la mayoría de ellas en África, apelando al comercio, la asistencia para el desarrollo, la inversión y otros temas como incentivos.
El legislador "verde" holandés Tineke Strik dijo a la AP que el acuerdo entre la UE y Turquía "abrió las puertas para que (la UE) traspase la responsabilidad de la recepción de refugiados a países ajenos a Europa".
"Esto aumenta el peligro de violaciones de los derechos humanos de los refugiados, sin que la UE intervenga. Más acuerdos de este tipo implican una mayor represión de los refugiados y menos solidaridad"