La cifra de muertes en el sur de California se mantuvo en dos.
Sin embargo, a aquellos que regresaron a sus hogares les aguardaba una sensación de alivio pero también algo de dolor.
Ansioso por saber cómo había quedado su casa, Roger Kelly, de 69 años, desobedeció las órdenes de evacuación el domingo y caminó hacia Seminole Springs, una comunidad de casas rodantes ubicada en las montañas de Santa Mónica, al norte de Malibú.
Se alegró al ver que su casa estaba intacta. Pero otras, ubicadas a media cuadra de distancia habían quedado destrozadas, así como decenas más. Todo el paisaje alrededor de la comunidad se había convertido en cenizas.
“Comencé a llorar”, comentó Kelly. “Me destrozó. La primera vez que lo ves, realmente te duele”.
La comunidad donde Kelly y su esposa han vivido por 28 años y criaron a dos hijos estaba entre las más afectadas por el incendio forestal.
El incendio se desató el jueves en medio de los fuertes vientos de Santa Ana y se propagó a través de las comunidades ubicadas en el oeste del condado de Los Ángeles y en el sureste del condado de Ventura.