BAKU, Azerbaiyán.- Retórica elevada, súplicas urgentes y promesas de cooperación contrastaban el lunes con un contexto de cambios políticos sísmicos, guerras globales y dificultades económicas en el inicio de las negociaciones climáticas anuales de Naciones Unidas, que abordaron de inmediato la parte más difícil: el dinero.
En Bakú, Azerbaiyán, donde se perforó el primer pozo petrolero del mundo y el olor del combustible era notable al aire libre, la sesión de dos semanas, denominada COP29, se centró de inmediato en el objetivo principal de negociar un nuevo acuerdo sobre cuántos cientos de miles de millones —o incluso billones— de dólares al año fluirán de las naciones ricas a las pobres para intentar mitigar y adaptarse al cambio climático.
El dinero está destinado a ayudar al mundo en desarrollo en la transición de sus sistemas energéticos desde los combustibles fósiles que calientan el planeta hacia la energía limpia, compensar por desastres climáticos mayormente provocados por las emisiones de dióxido carbono de las naciones ricas.
“Estos números pueden parecer grandes, pero no son nada comparados con el coste de la inacción”, dijo el presidente de la COP29, Mukhtar Babayev.