Daniel, mira cómo lloramos, claman

Esta es la crisis sociopolítica más sangrienta en Nicaragua desde la década de 1980

Managua, Nic.- Wilfredo Suazo, un septuagenario maestro retirado y artesano de hamacas tradicionales de Nicaragua, solloza en medio de su vivienda calcinada. “Daniel mira cómo lloramos, parece que tu familia se regocija y goza», clama, como si tuviera de frente al presidente nicaragüense, Daniel Ortega.


Suazo, un viejo robusto que vive en la comunidad indígena de Monimbó, Masaya, apenas puede hablar, luego de que las “fuerzas combinadas” del Gobierno, según sus vecinos, incendiaron su casa y la de sus hijos, pensando que todos dormían dentro.



De no haber huido el hombre y su familia, al menos quince personas, habrían engrosado la lista de 310 víctimas mortales por las acciones represivas del Gobierno en dos meses y medio, de acuerdo con los datos de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).


Sobre las cenizas, Suazo emite un sonido estridente, que delata el dolor incontenible por haber perdido su casa y su negocio, pero sobre todo, por sentirse traicionado tras dar su vida por la revolución sandinista. El incendio no fue casual.



El hijo de Suazo, Yubrank, lidera a los manifestantes “autoconvocados”, desde donde Masaya desafió a Ortega al declararse “territorio libre del dictador”.

“Se sienten traicionados porque Daniel Ortega los traicionó. El crimen que está cometiendo contra todos los nicaragüenses no tiene nombre”, afirmó Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).