Jerusalén.- Las gestiones internacionales para negociar un cese del fuego entre Israel y Hamás sufrieron un revés el miércoles al trascender que Israel retiró a su equipo negociador y que el primer ministro Benjamín Netanyahu acusó a Hamás de trabar las negociaciones con reclamos “ilusorios”.
Netanyahu habló horas después de que la prensa local informó que el mandatario israelí había ordenado a su delegación que no continuara con las negociaciones en El Cairo, lo que causó inquietudes sobre el destino de las conversaciones y suscitó críticas de las familias de los aproximadamente 130 rehenes que siguen cautivos, de los cuales se dice que la cuarta parte han muerto.
Los familiares de los rehenes dijeron que la decisión del premier Netanyahu equivalía a una “sentencia de muerte” para sus seres queridos.
Los combates han destruido una enorme parte de la Franja de Gaza, desplazado a la mayoría de la población y provocado una catástrofe humanitaria.
“En El Cairo, Israel no recibió una nueva propuesta de Hamás sobre la libertad de nuestros cautivos”, dijo Netanyahu en un comunicado. “Un cambio en las posturas de Hamás permitirá avanzar en las negociaciones”.
Mientras, los palestinos comenzaron a evacuar el principal hospital de la localidad de Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, de acuerdo con videos compartidos por médicos el miércoles. Semanas de fuertes combates habían asilado la instalación médica y cobrado las vidas de varias personas que se encontraban en su interior.
A cinco meses de su inicio, la guerra ha devastado el sector salud de Gaza, y menos de la mitad de sus hospitales funcionan parcialmente mientras varias personas mueren y resultan heridas en los bombardeos diarios que lanzan las fuerzas armadas isralíes. Israel acusa a los combatientes de Hamás de utilizar hospitales y otros edificios civiles para cubrirse.
Jan Yunis es ahora el principal objetivo de una ofensiva terrestre que Israel ha dicho que pronto se extenderá a la ciudad de Rafah, en el extremo sur de Gaza. Aproximadamente 1,4 millones de personas —más de la mitad de la población del territorio— están hacinadas en campamentos, apartamentos y albergues en Rafah, en la frontera con Egipto.