LONDRES (AP) — Los votantes británicos elegían un nuevo gobierno el jueves, en unas elecciones parlamentarias que se esperaba llevaran al Partido Laborista al poder en un contexto de dificultades económicas, creciente desconfianza hacia las instituciones del gobierno y un tejido social que se deteriora.
Un electorado cansado daba su veredicto sobre el Partido Conservador del primer ministro, Rishi Sunak, que lleva en el poder desde 2010.
Sunak hizo el breve recorrido desde su casa para votar en el Kirby Sigston Village Hall, en su circunscripción de Richmond. Llegó con su esposa, Akshata Murty, y ambos caminaron de la mano por el edificio rodeado de campos de cultivo.
El Partido Laborista de centroizquierda, liderado por Keir Starmer, ha mantenido una ventaja considerable en los sondeos de opinión durante meses, aunque los líderes laboristas han advertido a la gente que no dé por sentado el resultado, temerosos de que sus partidarios se queden en casa.
"Cambio. Hoy pueden votar por él", escribió el jueves en la red social X.
Un par de horas después de publicar ese mensaje, Starmer entró de la mano de su esposa, Victoria, en un centro de votación en la sección londinense de Kentish Town para votar. Salió por una puerta trasera, lejos de la vista de una multitud de vecinos y periodistas reunidos en el lugar.
Los conservadores han reconocido que el laborismo parece encaminarse a una victoria e instado a los votantes a no entregar una "supermayoría" al partido.
En los últimos días de campaña, Sunak insistió en que "el resultado de estas elecciones no es una conclusión inevitable".
Pero en un mensaje a los votantes el miércoles, Sunak dijo que "si hemos de creer los sondeos, el país se levantaría mañana con una supermayoría laborista lista para esgrimir su control sin frenos". Instó a los británicos a apoyar a los conservadores para limitar el poder de los laboristas.
El laborismo no ha despertado una gran emoción con sus promesas de hacer crecer la economía, invertir en infraestructura y convertir a Reino Unido en una "superpotencia de la energía limpia".
Pero en realidad, tampoco ha salido nada mal en la campaña. El partido ha conseguido el apoyo de gran parte de la comunidad empresarial y apoyos de diarios tradicionalmente conservadores, como el tabloide Sun propiedad de Rupert Murdoch.
El Sun dijo en un editorial que "al arrastrar su partido de vuelta al centro de la política británica" por primera vez desde el gobierno de Tony Blair, "sir Keir se ha ganado el derecho a tomar el mando", con el título formal para Starmer, que fue nombrado caballero.
El excandidato laborista Douglas Beattie, autor de un libro sobre el laborismo, dijo de Starmer que su "tranquila estabilidad probablemente encaja con el ánimo del país ahora mismo".
Los conservadores, por su parte, han sufrido una sucesión de contratiempos. La campaña comenzó de forma poco halagüeña cuando la lluvia empapó a Sunak cuando anunció la convocatoria electoral ante su residencia oficial. Después Sunak se volvió a casa de forma anticipada antes de que terminaran los actos conmemorativos en Francia por el 80mo aniversario de la invasión del Día D.
Varios conservadores cercanos a Sunak están siendo investigados por sospechas de que utilizaron información privilegiada para apostar sobre la fecha de las elecciones antes de que se anunciara.
Todo eso ha hecho más difícil para Sunak dejar atrás el aire de caos político y mala gestión que pende sobre los conservadores desde que el entonces primer ministro Boris Johnson y su personal celebraron fiestas que incumplían las normas de cuarentena durante la pandemia del COVID-19.
La sucesora de Johnson, Liz Truss, remeció la economía con un paquete de frásticos recortes de impuestos y duró apenas 49 días en el cargo. Hay un descontento generalizado por una serie de asuntos, como el desmoronamiento del sistema de sanidad pública o el estado ruinoso de la infraestructura.
Pero para muchos votantes, la falta de confianza no se limita a los conservadores, sino a los políticos en general. El veterano agitador de derecha Nigel Farage ha aprovechado ese hueco y llamado la atención con su mensaje contra la inmigración.
Los centristas liberal demócratas y el ecologista Partido Verde también apelan a los votantes desencantados.
"No sé quién está de mi lado como trabajadora", dijo Michelle Bird, trabajadora portuaria en Southampton, en la costa sur de Inglaterra, y que no tenía claro si votar laborista o conservador. "No sé si es lo malo conocido o lo malo por conocer".